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miércoles, septiembre 27, 2023

Política cultural | Gestión estatal o alquilar valiosos espacios a privados

Una cuestión medular es definir el perfil de una gestión, que tenga en cuenta antes que nada, que se trata de un rol estatal para potenciar los bienes y servicios culturales de Salta y facilitar el acceso lo más amplio posible.

Si hablamos de salas y de la Secretaría de Cultura, muchos son los escenarios donde la gestión estatal se desvanece como tal, para darle paso a una política de tercerización, en el que privados se valen de sus contactos para promocionarse en espacios públicos.

Esto se presenta de tal modo, que no pocas voces aseguran que desde hace un tiempo, las salas que dependen de la Secretaría, se convirtieron en espacios de alquiler a terceros (allegados en muchos casos) y las cabezas de estas instituciones, se reducen a meros administradores de lugares para talleres, cursos, exposiciones itinerantes, obras de teatro, y actividades privadas, relegando una planificación a mediano plazo y una propuesta cultural propia y que habilite un criterio amplio de acceso.

Veamos algunos casos, al recorrer la Usina Cultural o el Centro Cultural América y apreciar la cartelera de actividades: la propuesta es de iniciativa particular o privada y los administradores de estos espacios, sólo controlan el dinero que se cobra. Así transcurre el año y desde estos espacios no hay actividades de gestión, solo aquello que nace desde los hacedores de cultura y cuyas propuestas tienen más alcance que las pocas que se proponen desde el seno de la Secretaría.

Según la web oficial de la Secretaría de Cultura, a la Subsecretaría de Gestión Cultural le compete la tarea de enlace y coordinación de relaciones institucionales, agrupada en distintas áreas y temáticas, a nivel local, municipal, nacional e internacional.

Asimismo, le competen las relaciones con artistas, asociaciones, municipios, museos, coros, entidades no gubernamentales, entre otras.

Ahora, ¿se cumplen éstas premisas? Como salteños estamos viviendo una cultura que emerge de aquellos amantes de la misma y que nada tienen que ver con quienes están al mando de esta área, son ellos los testigos de una cultura que ven pasar por la vereda del frente, sólo pregonan con bondad la entrega de fondos para la realización de proyectos culturales, dadivas que luego se cobran con presentaciones a contraprestación, disfrazándolas de “Eventos culturales”, y la idea es seguir así hasta fin de mes, o hasta donde la designación, bien remunerada, esté vigente.

Contraste

En sitios como la Usina del Arte o el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, sobran las actividades que nacen de esos mismos espacios públicos, un despliegue de propuestas para todas las edades, durante todas las estaciones del año, desde gastronomía hasta festivales musicales. ¿Es posible una cartelera planificada, organizada para disfrutar en familia?, por supuesto que sí, pero para ello es necesario una decisión política y golpe de gestión, es decir un golpe de timón y no la “gestión del golpe o del látigo”, que se ha impuesto en las segundas líneas de la Secretaría, con la anuencia de Diego Ashur Mas.

Un aspecto significativo en el que se pone en evidencia la mezquindad de la tercerización en Cultura, tiene que ver con que la agenda cultural difícilmente se extiende al interior provincial.

 

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