Ser creyente no se traduce automáticamente en determinadas tomas de posición frente a los debates alrededor de problemas públicos. Así lo muestra una encuesta de alcance nacional realizada el año pasado por investigadores del CONICET. Por María Eugenia Funes*
Ser creyente no se traduce automáticamente en determinadas tomas de posición frente a los debates que se generan alrededor de problemas públicos. Así lo muestra la Segunda Encuesta Nacional sobre creencias y actitudes religiosas en la Argentina, llevada adelante por el CEIL-CONICET en 2019. Esta investigación se desarrolló sobre una muestra probabilística (representativa) de la población argentina mayor a 18 años y residente en localidades o aglomerados urbanos de al menos 5000 habitantes. Este fenómeno resulta particularmente significativo a la hora de analizar los factores que inciden en las opiniones frente a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, actualmente en discusión en el Senado de la Nación.
Las movilizaciones masivas de denuncia a la violencia contra las mujeres y los debates mediáticos, cotidianos y legislativos acerca de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) calaron hondo en las percepciones acerca de este problema de salud pública en la sociedad argentina. Si bien entre 2008 y 2019, se duplicó la proporción de quienes afirman que el aborto es un derecho de las mujeres, pasando del 14,1% al 27,3%, el segmento social que rechaza el aborto en cualquier circunstancia de mantuvo estable (poco menos de 2 de cada 10 personas).
Esta encuesta muestra la confluencia de distintas tendencias que caracterizan a la vida religiosa y política de esta sociedad. Por un lado, una tendencia mayoritaria a identificarse con alguna tradición o creencia religiosa: el 62,9% de las personas se definen católicas y el 15,3% evangélicas, mientras que alrededor de 8 de cada 10 personas afirman creer en Jesucristo, Dios, la energía y el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, durante la última década también creció notoriamente la proporción de personas que se declaran sin religión (18,9% en 2019 contra 11,3% en 2008).
Por otro lado, los datos también muestran que esa orientación generalizada hacia lo religioso no se traduce en una incorporación automática de las opiniones sostenidas por los líderes de iglesias y templos. Es decir que ser creyente o practicante de alguna religión no implica defender las mismas posturas que las instituciones religiosas. Así, por ejemplo, los datos generales muestran que el 79,2% de los residentes en el país se muestran proclives hacia la aceptación del aborto al menos en algunas circunstancias. Inclusive, estas tomas de posición no varían significativamente entre los católicos: un 57,7% considera que el aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias y un 22,3% que las mujeres deben tener el derecho a un aborto siempre que así lo decidan. Si bien este último valor desciende marcadamente entre los evangélicos (7,3%), la mitad de quienes se identifican con esta religión sostiene que el aborto debe estar permitido en algunas circunstancias.
Asimismo, creer en Dios no parece ser contradictorio con posturas a favor del aborto en algunas circunstancias. El 75% de quienes creen en Dios consideran bien que las mujeres deben tener derecho a un aborto siempre que así lo decidan (19,5%) o bien que el aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias (55,8%). Estos valores ascienden entre quienes afirman creer en Dios sólo a veces o dudan de su existencia. Y aún más entre quienes no creen en Dios: casi 7 de cada 10 personas manifiestan posturas propensas hacia la autonomía de las mujeres para abortar siempre que así lo decidan.
Entre los factores que inciden en las opiniones en torno a la IVE se destacan la edad y el nivel educativo. Las posturas a favor del derecho a decidir son mayoritarias entre quienes cuentan con estudios universitarios (89,2%), terciarios (83%) y secundarios (83,3%) completos. En cambio, la tendencia a oponerse al aborto en cualquier caso asciende entre la población sin estudios (37,5%) y quienes cuentan con la primaria completa (26,2%).
Con respecto a la edad, los jóvenes (entre 18 y 29 años), los adultos jóvenes (entre 30 y 44 años) y adultos (45 a 64 años) se muestran a favor del aborto al menos en algunas circunstancias (83,6%, 80,4% y 77,2%, respectivamente). Por el contrario, el segmento de adultos mayores de 65 años muestra una mayor tendencia hacia la postura de que el aborto debe estar prohibido en todos los casos (26,9%).
Los debates y movilizaciones desarrollados en los últimos años alrededor de distintas temáticas ligadas a la igualdad de género y la salud sexual y reproductiva llevaron, entonces, a una consolidación de las posturas a favor del derecho al aborto al menos en algunas circunstancias. Estas tomas de posición no se ven, en general, influidas por las instituciones y líderes religiosos. Este fenómeno puede ser leído en sintonía con una creciente valoración de la autonomía de las personas frente a las instituciones tradicionales en distintos ámbitos de sus vidas cotidianas como el trabajo, la familia y la gestión de la salud.
Fuentes:
* Becaria postdoctoral del CEIL-CONICET y profesora en la Universidad del Salvador)