La bomba la tiró Opinorte: fotos, datos elocuentes que mostraban cómo el despacho de la diputada Mónica Juárez se convirtió en plena campaña, en centro de acopio de mercadería que debería ir a merenderos. ¿La fuente de abastecimiento? El Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Mario Mimessi.
Hasta ahí, escándalo asegurado… o eso creeríamos.
Pero no: muy pocos medios se hicieron eco. La mayoría miró para otro lado, y ni Juárez ni Mimessi abrieron la boca para ofrecer explicaciones. Cero aclaraciones. Cero pudor.
Las imágenes muestran cómo dos personas trasladan mercadería al despacho de Juárez en el edificio anexo de la Cámara de Diputados, en calle Alvarado al 600. Sin apuro, sin esconderse. Porque cuando tenés impunidad garantizada, ni siquiera hace falta disimular.
Según quienes transportaban las cosas, eran “para merenderos”. Pero el detalle es que todo pasaba por el control directo de Juárez, quien lejos de legislar, parece estar más ocupada en el reparto proselitista de la ayuda social.
Con denuncia ya presentada, con solicitud formal para que intervenga el Ministerio Público Fiscal, alguien debería dar la cara.
Nadie habla. Ni Mimessi, que ya debería haber dado explicaciones, ni Juárez, que se esconde detrás del silencio como si no hubiera pasado nada. Un escándalo con pruebas documentadas, que apenas hizo ruido porque la complicidad es casi más fuerte que la indignación.
No es nuevo, no es sutil y, lamentablemente, no es sorprendente.