La funcionaria Agustina Esteban Zamar, quien se incorporó al Estado en una vergonzosa extorsión, no hace más que promocionar la receta de un paliativo que no resuelve la miseria: el reparto de bolsones.
A María Agustina Esteban Zamar, coordinadora de Políticas Sociales del ministerio de Desarrollo Social e hija del exministro de Salud, Juan José Esteban, la convencieron de que su función es exponerse repartiendo bolsones de alimentos como si fuese una influencer y en ese empeño, adular la figura del Gobernador como si fuese un benefactor.
La distorsión de una funcionaria que se jacta de “trabajar en territorio”, territorio indigente por cierto, probablemente tenga que ver con su ingreso al Estado, cuando su padre fue convocado como ministro y condicionó esa decisión si también se nombraba a su hija que residía en Córdoba en ese momento.
Desde allí, que tuvo actos asombrosos pero indultados como usar vehículos oficiales como propios, quitándole el ploteo, hasta hacer un verdadero show de cada reparto de agua o comida, olvidando que ese reparto de lo esencial, describe una realidad tan vieja como vergonzosa.
En el “discurso” que desenvuelve, la funcionaria Esteban Zamar deja expuesta la política de sus jefes, cuya única respuesta ante la crisis no tiene que ver con el “desarrollo social”, tal es el nombre de su ministerio, y menos aún con el desarrollo humano.
Por si fuera poco, el esmero por nombrar y adular al gobernador pareciera ser una forma de obsecuencia rentada y del cumplimiento de las exigencias que tienen funcionarios de segunda y tercera línea y que son monitoreados con el ciberpatrullaje del Grand Bourg.
Desaprensión avalada l El costoso juego con vehículos oficiales en el Gobierno