Discusiones estériles, comportamientos payasescos y una conducción negligente: el cuerpo deliberativo se convirtió en todo, menos en un lugar de respuestas para los vecinos.
En los últimos años, el Concejo Deliberante de la ciudad de Salta dejó de ser la caja de resonancia de los problemas de los vecinos para convertirse en un recinto de discusiones partidarias nacionales sin sentido y de bajo vuelo discursivo. No se discuten los enormes problemas que tiene Salta ni, mucho menos, se intenta llevar soluciones a los vecinos.
El proceso de degradación política que atraviesa lleva muchos años. Sin embargo, desde que asumió Darío Madile la conducción del cuerpo, la situación pareciera haberse profundizado. Desde el 2019 la calidad del debate público en el Concejo es de un nivel bajo alarmante. Solo se discuten nimiedades y se observa una sobreactuación permanente en la mayoría de sus integrantes.
Madile aparece como el principal responsable, porque lleva casi seis años “conduciendo” el cuerpo deliberativo y nunca tuvo la muñeca necesaria para ubicar y enfocar a los ediles en lo que realmente importa: llevar soluciones para la gente.
Esto se vio en la última sesión ordinaria y se hace cada vez más difícil para los cronistas parlamentarios rescatar algún proyecto o alguna discusión que interese al vecino. En esta ocasión, lo más “interesante” fue el debate por el cierre del INADI, la acusación contra Alberto Fernández por violencia de género y la visita a genocidas por parte de miembros de La Libertad Avanza. Claramente son temas de interés, pero para verlos en un canal de televisión o escucharlos en alguna radio. No en un Recinto en donde se debe deliberar para hacer la vida de los vecinos un poco menos complicada.
Pero, lamentablemente, el salteño está acostumbrado a este tipo de “debate”. Vale recordar que el Concejo, también, fue protagonista de varios bochornos que tuvieron repercusión nacional, como en el caso en el que el concejal José García (un fiel exponente de la degradación política) mandó “a su casa, papá” a todos los que no estén a la altura de cobrar una fortuna de salario.
El cuerpo deliberativo municipal necesita recuperar indispensablemente la ética que supo tener y no permitir que se siga pareciendo más a un circo con comportamientos disparatados. De todas formas, con esta conducción parece difícil que se avance en ese sentido.