Los equipos de medición hidroacústica de anomalías sísmicas con los que se registran eventuales eventos nucleares están en la isla Ascención y en la isla Crozet.
La triangulación de las mediciones de los hidrófonos operados en el Atlántico norte y en el Índico por el organismo supranacional que supervisa las pruebas nucleares dieron la precisión de tiempo, distancia e intensidad de lo que definieron como un «evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión» ocurrida a las 10.31 del 15 de noviembre pasado, muy cerca del talud donde acaba la plataforma continental argentina, informa el diario La Nación en su edición on line.
El eventual hallazgo del casco del San Juan y la posibilidad de acceder a él podría dar más información que aquella simple definición transmitida a la Armada por el embajador austríaco esta mañana. Especialmente, para poder conocer por qué se produjo esa explosión, luego de que haya sido descartado categóricamente un hipotético ataque armado en su contra. La principal hipótesis apunta a un cortocircuito en los packs de batería que dan energía a la nave, más concretamente, el tanque 3, según confiaron a este diario calificadas fuentes de la Marina.
La presunción es que la detonación fatal se produjo cuando el San Juan navegaba en inmersión a unos 14 metros, es decir, a profundidad de periscopio. En esa situación pudo haberse producido una inesperada entrada de agua que haya llegado a la zona de baterías y, en consecuencia, haya generado un poderoso arco voltaico entre los bornes del tanque de generadores de estribor y el casco del buque, con resultado catastrófico.