Las conexiones clandestinas que hicieron los vecinos de la zona oeste provocan pérdidas que afectan las calles de tierra.
La situación de los vecinos del barrio El Carmen es angustiante. Ellos tienen reclamos que datan desde hace más de 30 años.
Son cientos de familias que viven allí desde finales de los años ochenta en casas que construyeron luego de adquirir sus terrenos al lotearse esas tierras.
Para ubicarse mejor, se debe decir que El Carmen es el barrio que está detrás del templete a San Cayetano, en la zona oeste de la ciudad.
Desde esos tiempos es que vienen pidiendo que les habiliten los servicios y, cansados de esperar, decidieron organizarse para instalar las cloacas y el agua por sus propios medios.
Al día de hoy, las consecuencias fueron terribles para las calles del barrio que nunca fueron pavimentadas, por lo que cuando se acerca la temporada de lluvias ya todos comienzan a vivir con la pesadilla del barro, las piedras y las alimañas que traen las aguas.
Con el tema del agua, la situación es bastante complicada.
Precariedad
Los vecinos realizaron una precaria instalación de una red con mangueras, mediante la cual se proveen de este recurso. Están “enganchados” a la red de los vecinos del Grand Bourg y eso provoca que haya una enmarañada red clandestina de mangueras negras de una pulgada que cruza por las calles enterradas a pocos centímetros de la superficie.
Esas obras precarias no resisten demasiado tiempo el paso de los vehículos y se rompen liberando el agua en las calles de arena. Ni ripio tienen las arterias.
Y es entonces cuando el lodazal baja en dirección a la ciudad erosionando la forma de la calle y convirtiéndola en una zanja.
Aporta caudal el hecho de que pocas casas del barrio tienen cloacas; la minoría que pudo pagar un servicio privado para que le hagan la obra. Todos le apuntan a Aguas del Norte.
La empresa ya fue al barrio y realizó pozos aislados que los vecinos no entienden para qué los hicieron. Quedaron montículos y morros de tierra y piedra también en la calle. El paisaje es desolador.
“Yo vivo en la manzana L del barrio y la situación ya es insostenible. Las calles están imposibles ahora por las conexiones clandestinas y cuando llueva será peor aún. Ahora vino Aguas del Norte hace unos 4 meses y abrió pozos. Estas obras nunca fueron concluidas y las calles siguen abiertas hasta ahora, con los montículos de tierra en donde juegan los niños. Hace más de 30 años pedimos que nos brinden un servicio que es esencial para la vida. No estamos pidiendo nada que sea un lujo. Queremos agua y cloacas para vivir”, dice Ariel, quien se comunicó con El Tribuno cansado por la impotencia.
Completa la desolación del barrio con calles abiertas y cloacas al aire libre la existencia de baldíos en donde los vecinos decidieron usarlo de vertedero. Una de las vecinas del barrio sostuvo que los camiones atmosféricos de la Municipalidad tiran sus desperdicios en el lugar. Animales muertos, basuras y toda clase alimañas acechan a sus vecinos en el denominado canal Juan XXIII.
Los vecinos reclamaron además que se realice la limpieza y mantenimiento del acueducto antes de que comiencen las lluvias.
Fuente: El Tribuno