El acuerdo que permitió a los socios del Frente para la Victoria (PJ, PV y PRS residual) repartirse los cargos en las dos cámaras no hace pensar en un entendimiento transitorio.
El viernes quedó planteado y sin tapujos que el oficialismo, en todas sus variantes, va a hacer todo lo que tenga a su alcance para que nada se haga fácil en la carrera de Gustavo Sáenz y de Cambiemos País.
El acuerdo que permitió a los socios del Frente para la Victoria (PJ, PV y PRS residual) repartirse los cargos en las dos cámaras no hace pensar en un entendimiento transitorio. Más bien parece que lo transitorio era el enfrentamiento de la campaña. Es difícil asegurar si alguien en el Gobierno nacional pueda interesarse por un discurso de Manuel Godoy. Sin embargo, al explicar la repartija, el controvertido presidente de Diputados dijo algo que hace ruido. “¡Mi único límite es el macrismo!”.
Nadie en Salta ignora que ese “macrismo” ganó en toda la provincia y arrasó en el departamento capital.
Tampoco, que tanto Sáenz como JUAN MANUEL URTUBEY cultivan vínculos fluidos, aunque no idénticos, con las autoridades nacionales.
Y ambos se identifican como peronistas.
Godoy se esmeró en mostrar que sus palabras no se dirigían a Urtubey, quien es su jefe desde hace diez años y cuesta, hasta ahora, imaginarlo en rebeldía, pero admite ciertas libertades. Su bronca es con el intendente.
La declamatoria antimacrista de Godoy se produjo tres días después del inédito giro planteado por el gobernador a través de la renovación del gabinete y de un decreto por el cual se congelan sueldos y se reducen planta política, viáticos, viajes, cursos y de demás despilfarros. Ese decreto fue concebido como un mensaje claro de Salta al Gobierno nacional y, también, para marcar el rumbo de las demás provincias tras la meta de reducir el déficit.
Concebido y desarrollado por el flamante jefe de Gabinete, Fernando Yarade, se trata de un plan de gestión en sintonía con el de Mauricio Macri.
Las triquiñuelas de Godoy son inagotables, pero también su capacidad para disociar lo que dice con lo que piensa o con lo que dijo ayer. Es probable que los aliados voten todo con poco maquillaje. La Legislatura no se detiene en detalles.
Patoteada
En la bochornosa elección de autoridades, el presidente de ocasión Mariano San Millán subió con una lista de votos “autorizados” y no dejó hablar a nadie más. Ninguna autoridad parlamentaria puede negar a un diputado el uso de la palabra.
Cambiemos País lo toleró el viernes, porque la situación los tomó por sorpresa. Al bloque conformado por los legisladores que se identifican con Sáenz, el rol de opositores puede resultarles más útil que la vicepresidencia. El tiempo lo dirá.
Por lo pronto, Fernando Yarade aseguró que “Urtubey nunca llamó a legisladores para entrometerse”. El jefe de Gabinete había sido, junto con Pablo Outes, artífice de la reunión del jueves entre el gobernador y el intendente, con el propósito de achicar diferencias. Ayer insistió en que “en ningún momento Urtubey y Sáenz hablaron sobre los cargos legislativos”, y añadió que en el Ejecutivo no tienen “ningún interés” en interferir en la vida interna de las cámaras.
El túnel del tiempo
No solo se refirió a Macri. Godoy dijo que los diputados son “los garantes de la paz social”.
Una afirmación pretenciosa, que supone por una parte que la paz social está en riesgo; por otra, que la sociedad les reconoce protagonismo. Lo dijo mientras explicaba que su labor legislativa le había permitido ganar la confianza ciudadana para ser presidente del cuerpo tanto tiempo. Minutos antes había quedado en evidencia que las razones son otras.
La democracia representativa es un sistema por el cual las distintas opciones y opiniones de la ciudadanía se reflejan en la composición de los cuerpos parlamentarios.
Un diputado que luego de trece años como presidente se ubica séptimo en una elección debería replantearse si esa presidencia, más allá de ser o no legal, es legítima.
Mientras Godoy celebraba, miles de personas manifestaban en la calle Mitre contra las violencias cotidianas de una sociedad a la que Godoy considera protegida por ese recinto.
Dos mundos distintos.
Queda otro interrogante: ¿Cómo es posible que el PJ no haya generado en tantos años un dirigente capaz de relevar en la presidencia a quien, mal que le pese, es una figura de otros tiempos?
El mundo ha cambiado en las primeras décadas del siglo XXI, pero la Legislatura sigue a cargo de Godoy y Mashur Lapad.
¿Qué es democracia?
Los juramentos de los diputados invitan a una reflexión sobre lo que ellos piensan de su función.
El juramento siempre invoca un valor absoluto y abarcador. Muchos lo hacen por Dios; los no creyentes, por la Patria. Jurar por “el departamento de Anta, por Evita y por Perón”, como hicieron los anteños, o por “el proyecto nacional, popular, de plena inclusión” como fue el de Ramón Villa merecerían un análisis, más allá de las costumbres,
Evita y Perón son figuras políticas, de alto valor simbólico para una parcialidad y ante quienes no se podrá rendir cuentas, que es en definitiva el sentido del juramento. Invocarlas de ese modo supone, de alguna manera, divinizarlas.
Jurar por el propio departamento cobra otro sentido, ya que se trata del pago chico cuyos vecinos deberían exigir una rendición de cuentas. De todos modos, la expresión suena excluyente.
En el caso de Villa, se trata de un discurso de campaña más que de un juramento. El legislador, una vez elegido, asume un compromiso con el Estado, con la sociedad y, en ese momento, el proyecto partidario debe quedar subordinado al interés colectivo. No se trata de dejar de lado los compromisos de campaña sino de entender que quien le debe pedir cuentas no es el compañero del partido sino el ciudadano común, cualquiera sea su voto.
Fuente: Francisco Sotelo El Tribuno