Cada vez se hacen más moneda corriente los casos de inseguridad en la Capital salteña. Robos con violencia en los barrios, motochorros se suman a las crecientes oleadas de peleas a la salida de boliches y bares. ¿Cuál es el plan del nuevo ministro de Seguridad, Juan Manuel Pulleiró, ante el peligro que acecha?
Salta ya no parece ser más la ciudad tranquila que era hace unos años. Basta con leer las noticias de manera diaria para encontrarse con una decena de hechos de inseguridad. Robos de todo tipo, violencia entre grupos antagónicos en los barrios, peleas a la salida de boliches, en particular en la Balcarce, y un sinfín de otros delitos que parecen estar fuera de control.
A ello se suma una Policía cada día más cuestionada, por una evidente inoperancia y falta de profesionalismo. Lógicamente, la fuerza es solo un artefacto que responde a una estructura mayor: el Ministro de Seguridad de Salta, que desde hace unos meses es Juan Manuel Pulleiró.
La elección de Pulleiro como ministro provincial fue cuestionada por varios sectores derechos humanos, dado que el hombre es exmilitar y abiertamente ha defendido la teoría de “los dos demonios”. Con ese mal inicio, Pulleiro aceptó el reto de controlar uno de los aspectos que afectan más directamente a la población salteña, aunque con poca eficacia.
La capital salteña se ha vuelto un sitio riesgo, tanto en la zona del centro como en los barrios periféricos, en donde abundan los hurtos, los robos más violentos, en la vía pública como en las casas. Solo por mencionar un caso, y para comprender la magnitud de lo que se está viviendo: hoy ingresaron tres delincuentes en una casa de Orán en Barrio Sur, a plena luz del día, y no solo golpearon fuertemente a las personas, sino que se llevaron 200 mil pesos. Casos como estos, se viven a diario, y la Policía nunca llega a tiempo.
El rol de los uniformados, que debiera ser el de prevenir que sucedan estos casos, se pone cada vez en más cuestionamiento. No son pocos los vecinos que se quejan de que los oficiales simplemente pasean por las veredas mirando sus celulares, pero que a la hora de actuar, siempre demoran en llegar.
A esto se suman los casos que se denuncian sobre apremios ilegales y gatillo fácil por parte de la Policía de Salta, acciones que ya se han cobrado algunas vidas, que han provocado el cese de actividades de los oficiales, pero que no parecieran tener una línea para combatirlos. De hecho, pocas veces se ha escuchado al ministro Pulleiró dar explicaciones a la prensa
Ante el silencio y los casos que aumentan, no es apresurado afirmar que no pareciera existir por parte de la cartera de Seguridad un plan estructurado que mejore las condiciones de vida de los salteños que día a día, tienen más miedo de salir a las calles.