Lo que alguna vez fue el punto neurálgico de la alegría del carnaval y la música popular en Salta, se convirtió en un páramo olvidado con obras a medio hacer. El intendente “Casita” Almeda, al parecer, más preocupado en su destitución que en mejorar la plaza.
Érase una vez la Serenata. Todo era alegría. Se cantaba «alégrate Cafayate» y se bailaba en todo el pueblo. En esta hermosa localidad, su plaza central supo alojar a cientos de miles de turistas que entre carnaval y música escribieron una parte singular de la historia provincial.
Vino la pandemia y eso cambio. Y actualmente, en medio de la supuesta reactivación, este espacio lleva más de tres meses totalmente cercado y está prohibido transitar alrededor. Las obras nunca terminaron.
Sabemos que la pandemia paralizó al turismo, pero a lo largo de esta nota nos encontraremos con los otros responsables. Vecinos aseguran que “la desidia municipal y la despreocupación de Turismo” han causado un daño irrecuperable para este maravilloso pueblo.
Es probable, que el intendente, Fernando “Casita” Almeda, tenga otras preocupaciones. Y es que el intendente y eterno candidato a “lo que toque”, enfrentó no hace mucho un Juicio Político en el Concejo Deliberante de esa localidad. Los ediles aprobaron la destitución del jefe comunal que dirimirá en la Justicia Provincial el destino de su aletargada gestión.
Denuncias penales, obras inconclusas, pedidos de informe sin respuesta, irregularidades con una adoquinera y otras acusaciones, fueron algunos de los fundamentos con los que el cuerpo deliberativo de esa ciudad, motivó la destitución.
El tercer factor, pero no menos importante a mencionar tiene que ver con el Ministerio de Turismo que conduce Mario Ernesto Peña (hijo). Al parecer la localidad en la que el padre del funcionario tiene fuertes intereses económicos no es prioridad.
Es evidente, que la pandemia funcionó también como una especie de excusa para que Peña apunte a otros horizontes, aun cuando esta debería ser su principal función.