La gestión del exfuncionario de Comercio y actual secretario de Seguridad, Nicolás Avellaneda, transcurre entre perseguir indigentes, recibir donaciones y no garantizar lo básico a las dependencias policiales.
A dos meses de la asunción de las autoridades del ministerio de Seguridad, Gaspar Solá y Nicolás Avellaneda, se advierte un crecimiento importante de hechos delictivos durante el verano, una acción mafiosa por parte de efectivos que reciben órdenes de la superioridad, como ocurrió en el hospital de Orán y un violento proceder que terminó con la vida de Lucas Mercado y policías drogados.
No obstante, como primera medida se tomó reemplazar la cartelería con tizas de la comisaría tercera con un collage de cuadritos con fotos de funcionarios y jefes policíacos.
En esa misma dependencia, como en muchas otras, los móviles están averiados, no tienen para combustible y falta lo elemental, hojas para imprimir certificados, porque las copias de las denuncias en muchos casos son digitales.
Por si fuera poco, un rasgo común en varias comisarías es la acumulación de vehículos siniestrados, lo que representa un enorme perjuicio ambiental porque en pequeñas acumulaciones de agua prolifera el vector del dengue.
si bien la cuestión ambiental es competencia municipal, también debería ser preocupación de la gestión sanitaria, claro que para ello el Gabinete debe funcionar de forma integrada y no con el método del “Don Pirulero”.
Grave: los tres policías que detuvieron a Lucas Mercado dieron positivo por cocaína