Otra vez queda expuesta la falta de gestión en la Secretaría de Cultura y en el ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, en cuanto a garantizar espacios institucionales acordes a las actividades que se realizan en ellos.
Cuando aún resuenan los ecos de una situación irresuelta en torno a la intoxicación de alumnos de la escuela Sarmiento, otro escándalo detona en un edificio público, la suspensión de actividades en la Escuela Oficial de Ballet de la Provincia, que desarrolla gran parte de su cursado en el subsuelo del Centro Cultural América, ubicado en Mitre 23, ante la falta de un espacio o edificio propio, acorde a las necesidades de un cuerpo artístico.
Según se supo, en el mencionado subsuelo, un lugar con una escasa o nula ventilación, se realizó una desinfección, desinsectación, pulverización y desratización el pasado sábado 28, utilizando los siguientes principios activos: amonio 4°, betacipermetrina y difetialone, todos de alta toxicidad.
En la mañana de este lunes, comenzaron las actividades de manera normal y sin que la directora de la Escuela, Alejandra Cercená, haya notificado al cuerpo docente de la posible inconveniencia de ello, teniendo en cuenta que desde el viernes 27 de setiembre se le había comunicado los trabajos de desinfección, desinsectación, pulverización y desratización.
De este modo, no sólo los docentes, tampoco el personal administrativo y los alumnos fueron notificados de la novedad y sus posibles consecuencias.
En la Escuela Oficial de Ballet se habla de “un acto de negligencia criminal” el haber dejado expuesta a toda la comunidad educativa de la institución durante casi cuatro horas a los perjuicios tóxicos de los químicos utilizados para la fumigación.
Todo ello ocurrió hasta que la directora autorizó a una de las docentes a retirarse para ir al médico ante el progresivo deterioro de su estado de salud producto de la inhalación de esos productos.
Pasadas las tres de la tarde y ante los hechos consumados, se resolvió la suspensión de clases en el subsuelo al conocerse que hubo al menos dos docentes afectados.
Este tipo de incidentes, potencialmente mortales, son inadmisibles en una repartición del estado. No sólo falló la comunicación y la previsibilidad ante una acción como la ocurrida, sino también un problema de vieja data que admite que decenas de niños y niñas ensayen en un lugar no apto como el subsuelo de Mitre 23, debiendo convivir y compartir el espacio incluso con una dependencia policial ubicada en ese sector.
Paralelamente, en Galería Baccaro, se supo que la secretaría de Cultura sostiene el pago del alquiler de un verdadero depósito de basura y desechos, que oficia como un gigantesco nido de ratas sin que genere otro beneficio que el cobro del alquiler por parte del propietario del inmueble y en consecuencia, un perjuicio para las el escaso presupuesto público.