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jueves, marzo 28, 2024

Salta no está preparada para afrontar un terremoto de magnitud

Al menos son cinco los puntos que demuestran que faltan tomar medidas para evitar graves daños. El terremoto de 2010 fue una advertencia, dicen los geólogos.

 

Después de San Juan y Mendoza, Salta es la provincia con mayor sismisidad, sin embargo no hay políticas claras para mitigar los daños en caso de que hubiese un terremoto de magnitud elevada.

De acuerdo a lo sostenido por los especialistas existe una gran vulnerabilidad en la población. Son cinco al menos los puntos débiles que tiene Salta. Se estima que alrededor del 50% de los construcciones no respetan las normas antisísmicas; las actividades de simulacros de evacuación y prevención sísmica deberían estar integradas a la currícula escolar; falta información de lo que es un terremoto y el grado de riesgo que tiene Salta; son pocos los edificios que tienen a la vista los planos de rápida evacuación y no se cuenta con un plan integral de mitigación que contemple también planes de crédito para el refuerzo de estructuras existentes. Solo hace falta ver lo que pasó en El Galpón, en 2015, para comprobar que no hay una política desarrollada a tal fin.

En el país hay zonas llamadas asísmicas y otras de alta actividad sísmica. La región centro-

oeste y noroeste del país concentran la mayor actividad telúrica. La información surge del análisis de los epicentros de terremotos registrados en todo el territorio nacional por el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) que tiene a su cargo la instalación y mantenimiento de 143 acelerógrafos en todo el país.

Los registros que se realizan desde el Inpres son permanentes y estos muestran que Salta tiene una larga historia de sismos. Los más impactantes de los últimos tiempos son los del 27 de febrero de 2010, con una magnitud de 6,4 grados en la escala de Richter y solo 10 km de profundidad y el de El Galpón en 2015, a unos 160 kilómetros de la ciudad de Salta, de 5,9 grados, en el que murió una persona y hubo una veintena de heridos. A pesar de esto, hasta el día de hoy no hay un trabajo sistemático, sobre todo desde las esferas oficiales, para educar a la población sobre cómo accionar cuando se produce un sismo. Esto redunda en una ciudadanía con alta vulnerabilidad lo que está dada por la condición de sus edificios y por la incapacidad que tiene la población para responder ante cualquier amenaza. Esto es válido tanto para sismos como para inundaciones, incendios y otro tipo de desastres.

La ingeniera Susana Gea directora del Laboratorio de Estructuras de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Salta explicó que el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) confeccionó mapas de intensidades máximas probables de ocurrir cada 100 años en la Argentina. En éstos aparece una zona de la provincia de Salta (capital, Cerrillos, Metán, Gemes y parte de Orán entre otros), con probabilidad de sismos de grandes magnitudes.

“Durante un terremoto hay construcciones de mampostería que se dañan y caen; también colapsan chimeneas, monumentos, torres y tanques elevados; aparecen grietas en terreno mojado y en taludes inclinados (laderas de los cerros)”, aclaró la ingeniera.

La región ha soportado siniestros destructivos en los últimos 400 años, pero no han afectado a las áreas más densamente pobladas. Tal vez por eso, no se le ha dado al problema la importancia que realmente tiene en función del elevado nivel de peligro sísmico.

De acuerdo a lo explicado por la investigadora, la vulnerabilidad social está dada por la de sus edificios y por la vulnerabilidad funcional. Esto es, por la capacidad de su población para responder ante una amenaza cualquiera.

Gran parte de esa vulnerabilidad viene de la mano del desconocimiento de la real amenaza sísmica en que se encuentra toda la región. Esto trae consigo la falta de una cultura de prevención que debería ser política de estado. Por ejemplo desde la Universidad se elevó un informe del Ministerio de Salud con una evaluación estructural y funcional del Hospital San Bernardo, al que no solo se lo ignoró sino que se siguió construyendo en los espacios abiertos del hospital.

Investigar para mitigar los daños

Desde la UNSa se realizan estudios sobre el comportamiento geológico.

Hace unos meses nada más, el geólogo Enzo Saravia de la Universidad Nacional de Salta presentó su tesis sobre microzonificación sísmica básica de la localidad de Vaqueros, departamento La Caldera, Salta.

Saravia comentó su trabajo a El Tribuno, y dijo que “se hizo un relevamiento de la sismisidad que hay en la región y se determinó que la zona de mayor movimiento es la del sur del Valle de Lerma, próxima al lineamiento Calama- Olacapato-Toro (COT)”. 
En Vaqueros se detectó que la mayor peligrosidad está en la zona de la sierra de esa localidad. “Esto es en términos de amplificación sísmica”, aclaró. Lo que quiere decir que cuando ocurre un evento sísmico, este no es percibido de la misma manera en todo el valle. Hay algunas cuestiones geológicas locales que hacen que en algunos lugares esos sismos se perciban con mayor intensidad que en otros.

Por ejemplo, la ciudad de Salta se asienta sobre lo que los geólogos denominan relleno sedimental. Generalmente ahí las ondas sísmicas se amplifican y se sienten más con respecto de zonas que se encuentran asentadas sobre relieves positivos, es decir sobre afloramientos rocosos.

“En este caso, teniendo en cuenta el espesor de este relleno sedimentario, se determinó justamente que las sierras de Vaqueros van a moverse más desde el punto de vista de la amplificación sísmica” , dijo Saravia.

El trabajo de investigación de Saravia analizó datos del período 2003 al 2016. La zonación sísmica se refiere generalmente al resultado de los estudios de peligrosidad. En zonas urbanas es muy importante analizar en detalle en las posibles amplificaciones del movimiento del suelo. El resultado de estos estudios permite evaluar los efectos locales. Son una herramienta básica en la mitigación de daños.

 

 

Fuente: El Tribuno

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