Murió en una Alcaidía desbordada, construida para 350 y con más de 700 internos. La crisis del sistema penitenciario salteño vuelve a mostrar su peor cara.
El “Chino” Saavedra no llegó al juicio. A pocas horas de enfrentarse a la Justicia por el crimen de Jimena Salas, asesinada por 47 puñaladas, lo encontró un compañero, desangrándose. Los guardias llegaron después.
En la Alcaidía General de Salta nada es lo que debería ser. Fue construida para 350 personas. Hoy hay unas 700. “Cinco o seis tipos por celda. Algunos duermen en el piso. Otros no duermen nunca. La seguridad, muchas veces, la manejan los internos”, señaló Rodrigo Solá, presidente del Comité Provincial para la Prevención de la Tortura.
“El Servicio Penitenciario debía tomar todas las previsiones. Era su responsabilidad garantizar que llegue vivo al juicio”, dijo Marcelo Arancibia, abogado del chino Saavedra.
A nivel provincial, el hacinamiento oficial roza el 40%. Pero si se compara con estándares internacionales, la cifra salta al 150%. Y en algunas comisarías, 40 hombres respiran el mismo aire viciado en un cubículo vigilado por cuatro policías. «Constatamos comisarías donde 30 o 40 personas comparten una misma celda bajo la supervisión de solo cuatro policías, dos de ellos mujeres”, afirmó.
No es una película de cárceles. Es Salta. Septiembre. 2025. En tanto, Solá recalcó: “La situación es estructural. Falta de capacidad, demoras judiciales, beneficios que no se aplican. Todo eso alimenta la violencia”.
El Comité Provincial lo advirtió: las condiciones de encierro actuales son un riesgo real, constante y generalizado. Pero las respuestas no llegan. Y los muertos sí hablan.