En diálogo con Infinito 96.5 MHz, la doctora en psiquiatría Marcela Waisman abordó la preocupante adicción al celular que afecta a personas de todas las edades, pero especialmente a los adolescentes.
“La adicción al celular está haciendo estragos, especialmente entre los jóvenes”, advirtió Waisman. “Estamos viendo cómo las nuevas tecnologías, que en principio deberían facilitarnos la vida, se están convirtiendo en una fuente de problemas”, acotó.
La doctora explicó que, aunque estas tecnologías permiten, por ejemplo, saber “dónde están nuestros hijos y cuándo regresan a casa, en paralelo, se genera un problema sobre todo en adolescentes, ya que acceden a redes sociales, videojuegos y pornografía. Son tres componentes que están disponibles a edades cada vez más tempranas y sin las herramientas necesarias para procesar toda esa información”.
Waisman también destacó las graves consecuencias que esta sobreexposición tiene en la salud mental de los jóvenes: “Empiezan a sentir ansiedad y trastornos porque no saben cómo manejar toda la información que circula. Esto, combinado con la falta de diálogo con los padres y educadores, agrava la situación. Nos enfrentamos a una dificultad importante: la falta de regulación. Así como los medicamentos están regulados, el acceso a estos contenidos debería estarlo también”.
Sobre los efectos en el cerebro, Waisman fue clara: “El impacto de esta adicción a la pantalla es innegable. Primero, por las cosas que dejamos de hacer: dejamos de hablar, de saludarnos, de estar presentes en nuestra vida cotidiana. Dejamos de pensar en cosas simples como cómo está el clima o qué ejercicio físico vamos a hacer. Todo se ve reemplazado por la pantalla”.
Además, la doctora enfatizó la diferencia entre actividades activas y pasivas. “El problema es el balance entre estas actividades. Parece que estamos jugando al fútbol, pero en realidad solo estamos viendo cómo otros juegan. Aunque parezca similar, es muy distinto porque, aunque el cerebro tiene la capacidad de empatizar, lo que vemos en la pantalla no es real. Eso crea una desconexión”.
Al referirse al insomnio inducido por el uso excesivo del celular, Waisman explicó: “Las pantallas están diseñadas para mantenernos enganchados. Los algoritmos adaptan el contenido para que sigamos mirando. Si algo nos aburre, cambian lo que nos muestran. Por ejemplo, a mí no me muestran nada de golf porque no me interesa, pero sí me muestran todos los productos en los que suelo detenerme. Esto se calcula por segundos, y así me mantienen más tiempo conectado”.
En cuanto a cómo enfrentar esta adicción, la doctora Waisman recomendó: “Una de las sugerencias es desconectar las notificaciones. Otra es activar el modo avión de vez en cuando, para desconectarnos completamente y mirar el mundo real. Todo lo que sea en tres dimensiones, como escuchar un pajarito o sentir el pasto bajo los pies, le da verdadero placer al cerebro. Estas experiencias reales no pueden ser reemplazadas por la pantalla plana.”
Finalmente, en el programa radial “De eso se trata” Waisman hizo un llamado a las familias: “Es crucial que cada familia hable sobre estos temas. No se debe hablar en el momento de la crisis, sino cuando la familia está bien. Ahí es cuando debemos acordar cosas como no usar el celular durante las comidas o limitar su uso los fines de semana. Estas son decisiones que debemos tomar en el hogar, pero también es importante que el estado y las instituciones educativas intervengan cuando las familias no lo hacen”.