Con el regreso de las sesiones en la Cámara de Diputados de Salta, también regresaron los proyectos que poco y nada aportan, como por ejemplo el proyecto de ley presentado para instituir el «Día de la Empanada Salteña» en todo el territorio de la provincia de Salta.
Como ya señalamos, la iniciativa que generó sorpresa, risas y hasta fastidio generalizado, no es más que una vaga copia de una Ordenanza del Concejo Deliberante Capitalino. Por si fuera poco, el escaso esfuerzo forma parte de una idea del ministro de Turismo de la Provincia, Mario Peña. Entre ambos, aunaron criterios para un proyecto de ley con cuenta con un solo artículo.
El viejo refrán que dice “hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño”, volvió a constatarse esta semana y fue la propia impulsora del proyecto quien salió a recordarles a todos sus pares que es el señor ministro y empresario hotelero, el autor de tamaña iniciativa, forzando con ello su tratamiento y exponiendo al ridículo a toda una Cámara.
Eso confirma que no solo legisladores, sino también muchos funcionarios de primera línea están detrás de proyectos que nada aportan a la ciudadanía ni a sacar a una provincia del atraso estructural, la falta de servicios básicos, las carencias de la salud, de la educación y la seguridad. Ni hablar de la mortalidad infantil, de la crisis habitacional, de las enfermedades del medioevo que aún persisten en Salta, sobre todo en el norte provincial.
Y así, un largo etcétera de problemas que ameritan ser tratados con urgencia. O también qué destino se le da a la renta extraordinaria del boom minero teniendo en cuenta que es un recurso no renovable.
Ante todo ello pareciera más importante la necesidad de discutir si un día debe o no ser considerado provincialmente como conmemorativo de la empanada y si para ello es necesaria una Ley (!!!), una ley que no contempla sanciones para quienes la incumplan, pues tampoco podría establecerlas por lo ridículo de la propuesta. Bastaba tan solo una declaración o un festival provincial de la empanada para motorizar el turismo gastronómico y no distraer la energía de legisladores que cobran buenos ingresos para pensar la Provincia en otra dimensión.
Sin embargo, lo que para el resto de la población parece no tener sentido, para quienes gobiernan y legislan, sí lo tiene. Pues únicamente se preocupan por sus negocios. En cuanto a Peña, rentabilizar un turismo que sirva de sustento a su empresa familiar y punto. Mientras tanto, otras provincias avanzan, como el caso de Tucumán o Jujuy, que están dejando atrás a Salta no sólo en turismo sino también en producción.
En todo caso, el mejor homenaje que le pueden hacer a la empanada salteña, es controlar que no se cometan abusos en el precio «turista euro» como ocurre en el centro de la Ciudad.