Los números son contundentes, si se toman los datos de los resultados de los tres departamentos más grandes, el promedio de participación no supera el 56 por ciento, a lo que hay que sumarle picos de voto en blanco en algunas categorías. La apatía y el desencanto dejan un mensaje para la dirigencia política.
Los resultados del domingo pasado dejan en la abstención un porcentaje más que considerable que se debe explicar en dos factores principales: el contexto de pandemia y la apatía hacia un proceso electoral que no entusiasmó al electorado.
En Salta Capital los números indican que sólo el 64.39 por ciento de los electores fueron a votar. A ese porcentaje corresponde sumarle el de votos en blanco que tuvo un pico del 13.7% para la categoría de convencionales constituyentes y el mismo indicador se registró en el municipio Salta para la votación a concejales.
En San Martín, segundo departamento con mayor cantidad de electores, la participación fue del 52,84%, mientras que en Orán el ausentismo alcanzó a la mitad del padrón ya que sólo asistió el 50,11 por ciento. El promedio entre los tres departamentos más poblados (Capital, San Martín y Orán) deja como resultado una participación del 55.9%, muy por debajo del 70% de Jujuy y del 63,5 de Misiones, cuyas provincias fueron a las urnas el pasado mes de junio.
Si se toman los datos de los once departamentos más poblados, ya que la elección fue distrital y no provincial, la participación -en promedio- apenas supera el 60 por ciento, cifra a la que se le debe sumar el porcentaje de voto en blanco que en ningún caso es inferior al 6 por ciento.
Luego de Capital, San Martín y Orán, la participación en los ocho departamentos con más electores se dio en estos términos: Anta (50,36%), Gral. Güemes (63,6) Cerrillos (66%), Rosario de Lerma (67%), Metán (54,4%), Rosario de la Frontera (59,7%), Chicoana (73,11%) y Cafayate con el 70,7 por ciento de participación.
En esta recorrida por los once departamentos más poblados de los 23 que tiene Salta, el único distrito que preservó números habituales de participación fue Chicoana.
Mensaje y movimiento salteño
En este contexto, la elección signada por el desinterés pone a consideración el liderazgo de Gustavo Sáenz en todos los planos y si bien ratifica su administración, pareciera insuficiente para el nacimiento de “un nuevo movimiento salteño”, tal como lo expresó el mandatario provincial el domingo por la noche, cuando reagrupó a las dos alianzas para que en la sumatoria de las dos alianzas oficialistas, se termine forzando una interpretación.
El desinterés parece ser la marca de la época presente. El vaciamiento de los partidos políticos es notorio y tiene como máximo exponente al partido más grande, el Justicialista que no para de retroceder.
Los resultados del partido Salta Independiente como fuerza política que no tiene más de tres elecciones, aparecen como un elemento interesante para tener en cuenta, su pretensión de marcar un perfil “moderado” parece haber encontrado predicamento en el electorado aunque por delante tiene un enorme desafío para visibilizarse un poco más allá de un estetoscopio como propuesta.
Párrafo aparte merece una mirada sobre el Partido de la Victoria como columna de un disuelto frente de todos, que mostró un retroceso enorme en el municipio Salta, en San Martín y en Anta.
Una primera lectura de los resultados del domingo 15 no podría omitir que el balance debe plantearse en al menos dos dimensiones: la apatía (abstención más voto en blanco) que alcanzó a la mitad del padrón y las fricciones internas en el seno del Gobierno y el oficialismo provincial y se puso de manifiesto con la renuncia de Matías Posadas. (PRA)