La desproporcional mayoría oficialista optó por ponerle fin a un espacio fundamental: las manifestaciones. De este modo, se acrecienta el vaciamiento de un Cuerpo que supo ser la caja de resonancia de la problemática social.
Una vez más, el saencismo apuesta al vaciamiento político, en esta ocasión, mediante un amordazamiento que llegó, como en otras ocasiones, traficado en iniciativas positivas. El oficialismo llegó al recinto “con el cuchillo bajo el poncho”, como dice el refrán popular.
En el temario de la sesión de esta semana, aparecía como el primer punto de los proyectos de Diputados, la modificación del Reglamento de la Cámara, para incorporar dos comisiones: de Discapacidad y de la Juventud. Por supuesto que nadie podía oponerse a estos cambios que fueron promovidos por los diputados justicialistas Juan José Esteban y Gerardo Mendaña, respectivamente.
Sin embargo, en la modificación al Reglamento, minutos antes de la sesión se incorporó otro punto polémico: la exigencia que las “manifestaciones” tengan lugar siempre y cuando la Cámara reúna quórum.
En la reunión de Labor Parlamentaria, que tiene lugar antes del inicio de cada sesión y de la que participan los presidentes de bloque, se comunicó la moción y la negativa de la mayoría de los presentes fue instantánea, sin embargo, Germán Rallé, presidente del bloque “Gustavo Sáenz Conducción”, el más numeroso, no hizo lugar a las objeciones.
Impacto
Desde el inicio del actual Gobierno provincial, se buscó desalentar las “manifestaciones” en la sesión de Diputados, algo que no sucedía ni en el Gobierno de Romero ni en el de Urtubey, a pesar que ambos contaban con mayoría legislativa. Fue así que, desde diciembre de 2019, se las dejó para el final de cada sesión y no en el comienzo, como era costumbre.
El espacio de manifestaciones, similar a los planteos de “cuestión de privilegio” que tienen lugar en el Congreso nacional, es la oportunidad que tiene cada legislador de expresar la problemática de su zona o de denunciar públicamente cualquier atropello, sobre todo si es institucional y exigir soluciones. En definitiva, implica un claro ejercicio de representatividad.
Eliminarlo, con la excusa de que en muchos casos se realiza con el recinto semi vacío, es un acto de hipocresía, toda vez que son los legisladores del propio oficialismo lo que abandonan el recinto, demostrando total indiferencia sobre la acuciante realidad provincial. Por otra parte, frente a discursos de tipo político y social, no resulta necesaria una votación, a menos que haya una moción concreta, por lo que la exigencia del quórum, sigue resultando tendenciosa.
En lo que sí se destaca la cámara durante los últimos años, es en la banalidad extrema, como una ley por el DÍA DE LA EMPANADA, autoría de Mónica Juárez, o en los escándalos que ésta y otros diputados han protagonizado, sumidos en su despolitización y pobre formación política y técnica, casi un requisito para ser legislador saencista.