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jueves, septiembre 25, 2025

Estadio Martearena: el relato detrás de las “obras”

El polémico Sergio Chibán promocionó como una “puesta en valor” del estadio mundialista una serie de tareas básicas de mantenimiento. Pintura, limpieza y cámaras de seguridad disfrazadas de inversión millonaria. ¿Dónde están las verdaderas obras?

Como si se tratara de una “obra monumental, el presidente de la Agencia Provincial Salta Deportes, Sergio Chibán, en conferencia de prensa, presentó “la transformación” del Estadio Padre Martearena. Lo venden como un “estadio renovado” o “puesto en valor”. Sin embargo, al revisar el listado de tareas realizadas, lo que se encuentra es apenas mantenimiento básico, maquillado de inversión estratégica. Pintura, limpieza, y unas cuantas cámaras de seguridad no alcanzan para sostener semejante relato.

La lista de “obras” incluye la instalación de siete cámaras en las tribunas y un domo conectado al 911. ¿Eso justifica el bombo oficial? ¿Es eso una obra? Lo mismo ocurre con la refacción de 25 baños públicos, la resiembra del campo de juego o la limpieza de las tribunas. Son tareas necesarias, sí, pero rutinarias, que deberían realizarse todos los años sin necesidad de titulares rimbombantes ni inauguraciones con cinta.

Pintaron palcos, cabinas, vestuarios y una confitería. ¿Y? ¿Eso convierte al Martearena en un estadio moderno y competitivo? La realidad es que el estadio quedó viejo, con estructuras deterioradas y una falta de inversión sostenida que se evidencia en cada rincón. Lo que se hizo ahora es apenas un retoque estético (que solo lo verán unos pocos), un lavado de cara de último momento, probablemente motivado por la llegada de Los Pumas a Salta.

Mientras tanto, la ciudadanía sigue sin conocer el presupuesto real de estas tareas. No hay transparencia sobre cuánto costó la pintura, quién contrató a quién para limpiar tribunas, ni cuánto se invirtió en el sistema eléctrico. Tampoco hay garantías de que esto tenga continuidad, porque lo que se hizo no es parte de un plan integral de mantenimiento, sino un parche.

El Martearena es uno de los pocos estadios de estándar internacional que tiene el norte argentino. Pero su abandono fue sistemático durante años. Que ahora intenten vender tareas básicas como una “transformación” habla más de la necesidad de propaganda que de una verdadera política deportiva.

“Los salteños volverán a disfrutar de un estadio renovado”, dijo Chibán, denunciado recientemente por “violencia institucional, de género, amenazas y coacción”, en la conferencia de prensa. Pero la gente no es tonta: se da cuenta cuándo una obra es real y cuándo solo se está blanqueando la mugre.

Lo que el gobierno presenta como “renovación” es, en realidad, una gran mentira. Un conjunto de intervenciones mínimas disfrazadas de obras para la foto. Un estadio gris que seguirá igual de viejo mañana, aunque lo anuncien con bombos y platillos hoy.

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