El nuevo juez de la Corte de Justicia de Salta asumió el cargo sin omitir una demanda sostenida sobre ese poder del Estado. ¿Podrá cambiar las cosas o será absorbido por la estructura?
“La gente exige respuestas más rápidas de la Justicia”, declaró Chibán ante la prensa en los minutos posteriores a su juramento como integrante de una Corte que a pesar de ser tan amplia, no ha podido resolver precisamente eso, la falta de celeridad que sólo es una de las demandas que tiene la ciudadanía sobre el Poder Judicial.
Chibán tuvo un proceso sin sobresaltos para llegar al cargo y cubrir así la vacante que dejó la renuncia del abogado empresarial Horacio Aguilar. Desde hace pocos días es uno de los nueve (sí, nueve!) integrantes de la Corte de Justicia. Llegó con cientos de firmas que avalaron la decisión del Gobernador Sáenz para designarlo como Juez y no tuvo ninguna impugnación.
Más allá de sus nobles propósitos, además de la celeridad propuso dotar de tecnología para mejorar el servicio, en más de dos años ha quedado demostrado que la ampliación de la Corte de Justicia no redundó en mejorar el servicio, como así tampoco para que haya mayor celeridad.
En el camino hubo fallos indignantes en los que la Corte dio muestras de corporativismo (rechazando la apelación para que se informe sobre los ingresos de sus integrantes ya que son funcionarios públicos), y también muestras de alineamiento con el poder político, tal como sucedió con las acciones de inconstitucionalidad presentadas con fundados argumentos contra el proceso de la reforma constitucional.
Además, en materia electoral, la Corte de Justicia tiene bajo su órbita el manejo del Tribunal Electoral y su presidenta es una pieza clave en la defensa del costoso sistema de voto electrónico que tiene Salta.