El triunfo arrasador de Gustavo Sáenz obliga a la oposición a replantearse cómo sigue luego de tan dura derrota. Sin duda, es un mensaje que debe ser leído por los dirigentes, sobre todo aquellos que hace tiempo se mueven por las arenas políticas.
A pesar de que Todos resultó la segunda fuerza, quedó muy por lejos del espacio de Sáenz, lo que sin duda será discutido hacia adentro del espacio. El caudal de votos obtenido no colmó las expectativas. Los 193.494 votos que separaron a Sergio Leavy de Gustavo Sáenz (casi un 30% de diferencia) lo dejaron muy mal posicionado como potencial referente de la oposición, aunque ahora el «Oso» sea parte del Congreso Nacional.
Por otro lado, el urtubeycismo mostró que no tiene más para dar y logró la peor elección de su historia. Sus candidatos lograron paupérrimos números, y no lograron entrar aunque cabe aclarar que no tenían candidatos locales propios.
El histórico PJ, que lleva décadas liderando las elecciones en Salta, ha sido sin duda el gran perdedor de la jornada y obligará a dar varias discusiones hacia adentro. Perdió territorialidad y presencia en las bancas legislativas. Supeditado en el último tiempo al liderazgo de Urtubey, el PJ quedó vacío de contenido y sin grandes recambios dirigenciales. Hizo una de sus peores elecciones y necesita urgente un replanteo para recuperar protagonismo. Uno de los pocos que consiguió seguir en su banca es Manuel Santiago Godoy aunque muy posiblemente pierda la presidencia de la Cámara. De Miguel Isa se sabe poco y nada.
Por el espacio de Alfredo Olmedo también pudo notarse un claro retroceso, pese a que sigue siendo la tercera fuerza en la provincia. No alcanzó su histórico piso de 20% y perdió casi 25 mil votos en comparación con las PASO. De esta forma, su proyecto quedó en una posición incómoda.
Ni que hablar del Partido Obrero, que perdió todas las bancas que tenía. Por primera vez en mucho tiempo, la izquierda salteña se queda sin representantes en Diputados y en el Concejo Deliberante, mientras atraviesa un proceso de ruptura interno, y que no parece tener pronto fin.