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sábado, enero 25, 2025

Urtubey reaparece para pedir ‘reformas’, pero en doce años no hizo ni una sola en Salta

En tiempos de pandemia, el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey ha dicho estar ‘vacunado’, pero no contra el coronavirus, sino contra la enfermedad del poder.

No se sabe muy bien si esta vacuna ha sido desarrollada por Pfizer o por Astra-Zeneca, pero lo cierto es que algunos de los grandes laboratorios mundiales ya están buscando una vacuna contra la enfermedad de los focos, de la que Urtubey no parece haberse curado.

Así como la cabra al monte tira, el exgobernador de Salta ha vuelto por sus fueros a retozar en los mismos medios que se prestaban a escucharle en su carísima campaña presidencial, que no le reportó más que un modesto 6% de los votos nacionales.

Como Maradona, Urtubey demuestra estar atravesando un preocupante episodio de abstinencia, pero no de sustancias sino de protagonismo mediático, para lo cual sí demuestra estar bien preparado y mejor conectado.

Ahora vuelve un discurso que ya ensayó el tramo final de su campaña presidencial: el de las reformas estructurales.

Pero que se sepa, Urtubey no hizo ninguna de estas reformas en Salta, ni durante los doce años que fue mandamás absoluto en esta Provincia, ni en toda su vida anterior.

El problema no es ya que no has haya hecho. Más grave que eso es que pudo hacerlas y no quiso.

Al menos eso demuestra el hecho de que frente a la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que clarificó la interpretación del Código Penal sobre los abortos no punibles, el impenitente reformista impuso en Salta un denso «protocolo» que en la práctica vaciaba de contenido el derecho reconocido por la Corte Suprema y oponía numerosos obstáculos policiales y judiciales a la alegación de violación.

Urtubey -y su ministra de Educación- batallaron hasta el final para sostener la impartición compulsiva de la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas y avaló con argumentos (como la superioridad de las costumbres sobre la propia Constitución) las prácticas religiosas extracurriculares de maestros y directivos, en contra de la libertad y los derechos de los alumnos.

Ahora, el exgobernador de Salta propone avanzar hacia lo que él (y solo él) llama «semiparlamentarismo», proponiendo que el Jefe del Gabinete de ministros del gobierno federal sea designado por el voto de los miembros del Congreso Nacional.

Pero él no intentó nada parecido en Salta, aun cuando modificó la ley para tener un Jefe de Gabinete, cargo que fue más tarde suprimido por su sucesor. Cuando Urtubey tuvo la posibilidad de contar con un Jefe de Gabinete se aseguró bien de designarlo él mismo, y no hizo ni el intento más mínimo de confiar tal desginación a la Legislatura provincial.

Su regreso como «acuerdista» y «moderado componedor» entre los extremos, se da de bruces con la absoluta falta de acuerdos políticos con la oposición (o incluso con voces discrepantes dentro de su mismo partido) durante sus largos doce años de gobierno. Años en los que Urtubey gobernó Salta a pata suelta, sin cortapisas y consultando solo con su espejo.

El hombre que endeudó a Salta a tasas siderales, el que tiene pendiente rendir cuentas del dinero prestado, el que duplicó el número de agentes de la Administración del Estado, el que dejó una red de hospitales destruida y un tendal de hambre y miseria hasta pocas cuadras de su casa, pretende ahora sobrevolar la «grieta» y jubilar a Cristina Kirchner y a Mauricio Macri, a quienes acusa de ser «lo mismo». Pero es que se le olvidó decir que son «lo mismo que él» y que él (y solo él) resume, en su cada vez más enjuta figura, todo lo que el pasado tiene de perverso.

FUENTE: IRUYA NOTICIAS

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