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miércoles, enero 15, 2025

Calle Alvarado: El increíble contrasentido de una ciclovía

El capítulo de ciclovías del Plan de Movilidad Ciudadana de la Municipalidad de Salta sigue aportando al escándalo. A la cuestionada obra de avenida Belgrano se suma la de calle Alvarado. Salta a la vista que la prioridad es la facturación de una obra y la ausencia de controles.

Desde hace décadas en las grandes ciudades se diseñan ciclovías con el objetivo de ordenar el tránsito otorgándole un trayecto exclusivo a ese vehículo pero, por sobre todo, para alentar su uso garantizando un espacio en la vía pública claramente determinado.

En efecto, el transitar por una ciclovía supone garantías mínimas de seguridad vial. Más allá de las campañas que alientan el uso de la bicicleta, es objetivo y notable que en Salta (como en muchas otras ciudades del país) ha crecido considerablemente el uso de la bici. La reducción del transporte público y la seguridad sanitaria sumada a la necesidad de promover la motricidad en un mundo de trabajo cada vez más sedentario, son algunas de las razones.

Sin embargo, en la obra de calle Alvarado abundan las muestras de inseguridad vial para aquellos ciclistas que decidan transitar por la misma. El asfalto de la calzada con altas ondulaciones, baches y anchas rejillas de desagüe pluvial representan un peligro mortal.

Durante uno de los plenarios de Movilidad Ciudadana realizado en agosto pasado en el Concejo Deliberante, la secretaria de Desarrollo Urbano de la Municipalidad, María Eugenia Angulo, indicó que la obra cuesta “alrededor de un millón de pesos por kilómetro”. En ese mismo encuentro se disolvieron las ideas de que la misma se ejecutaba por administración.

Las imágenes de cómo quedó la ciclovía de la Alvarado representan un culto a lo absurdo, el contrasentido total a la razón de construir o trazar una ciclovía en Salta o en cualquier lugar del mundo. Al mismo tiempo saca a la luz las peores sospechas, las de una empresa que sólo le interesa medir cuanto antes los kilómetros pintados para facturar y a un Ejecutivo Municipal bobo, incapaz de prever lo más elemental.

¿A quién se le habrá ocurrido esconder tamaño mamarracho (cuando no trampa mortífera) en pleno centro de la Ciudad?

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