Pasó una nueva sesión de la Cámara de Diputados de Salta en la que otra vez sus miembros, sobre todo la agravada mayoría oficialista, evitaron como a la peste, definiciones políticas sobre un complicado presente social y económico tanto en Salta como en Nación.
Como se sabe, el principal debate de la sesión de esta semana en Diputados giró en torno a una declaración que pide a Salud Pública provincial, el stock necesario de vacunas contra el dengue. El asunto, de indudable relevancia, no reparó sin embargo en un aspecto clave: el financiamiento y menos aún, dentro de ese ítem, si el promocionado cobro de atención a los extranjeros puede redundar en algún beneficio concreto.
En efecto, el proyecto del diputado Adrián Valenzuela, no repara en lo más mínimo en cómo se deberían garantizar los lotes de vacunas, como tampoco qué porcentaje aportará Nación, más allá de que se trate de una mera “declaración”.
Herramientas y ajuste
En su inmensa precariedad conceptual y su acentuada despolitización, los legisladores del pueblo de Salta parecen olvidarse que integran un Cuerpo político que es depositario de la representatividad, más allá de que muchos no sean ni por cerca dirigentes políticos.
Eso es lo que explica cómo o por qué no se hicieron eco de las situaciones angustiantes que afectan a amplios sectores en el país y en particular en una provincia pobre como Salta: la inflación (que en la práctica tiene un impacto mucho más alto que ese promedio del 4 por ciento de los últimos meses), el ajuste e los jubilados acatando el veto a la Movilidad de los haberes, el desempleo y la informalidad y el inminente veto a la ley de financiamiento universitario, entre otros aspectos.
Si bien los temas mencionados son de índole social, hay otras circunstancias que impactan en el plano institucional ya que durante la presentación del Presupuesto por parte del presidente Javier Milei, requirió un ajuste brutal a las provincias, por un monto de 60.000 millones de dólares, una cifra tan delirante que después sus funcionarios debieron corregir, aunque no el planteo de ajuste a los gobernadores.
En efecto, la mayoría oficialista dejó constancia de su indolencia e idiotez en los términos en los que Aristóteles caracterizaba a un idiota, como aquel cuya vida privada es su única preocupación, es decir un alguien que no toma iniciativa en política y procede a involucrarse en lo más mínimo aguardando directrices superiores.
El oficialismo provincial que prestó solícita colaboración al actual Gobierno nacional, sostiene el alineamiento y eso se vio en que entre los gobernadores que alzaron la voz contra el pedido de ajuste, no se escuchó al salteño, todo lo contrario.
El alineamiento, tácito o explícito, indica entonces que donde no habla el capitán, mucho menos los marineros y así pasó otro martes más, como dijo hace poco la diputada militante de la ley de la empanada. La única referencia coyuntural, que se vincula con la crisis, fue vertida al final con el recinto vacío, por parte del diputado Esteban Romero, quien pidió tratar el fin del costoso voto electrónico en Salta.
En resumen, se siguen otorgando las consabidas “herramientas” al presidente y la respuesta sigue siendo la misma, ajuste y más ajuste, que más temprano que tarde terminará provocando un cuadro de peligrosa recesión con un cariz deshumanizado, como demostraron con la cuestión jubilatoria.