“Son varios los intendentes con una relación distante con el Gobierno”, afirmó un referente, dejando en evidencia que la disciplina de chequera no alcanza y persiste la secuela de los adoquines forzosos de Outes. Con astucia, Romero empezó a reagrupar a los no preferidos.
El panorama político provincial a comienzos del año electoral comienza a mostrar algunos matices importantes. A diferencia de lo que se presumía, el “Partido de los Intendentes” tendría su interna o al menos una diferenciación entre quienes están más cerca del Grand Bourg y un grupo de relegados.
“Hoy estamos medio y medio, tenemos que tener una relación, obviamente, he sido presidente del Foro cinco años y tengo relación con el Gabinete, creo que hay una relación distante, creo que varios intendentes nos sentimos iguales”, declaró Daniel Moreno, intendente de Vaqueros en el programa televisivo “A Quemarropa”.
A ello, Moreno añadió: “hay que entender que venimos de gestiones anteriores y el gobernador anterior nos trataba distinto”. Tras ello, la conductora le preguntó si hay persecución hacia los intendentes, a lo que Moreno respondió: “lo que pasa es que hay cosas indefendibles, creo que no, espero que no”.
Si bien la respuesta sobre persecución política fue respondida negativamente, Moreno hablo de cuestiones “indefendibles”, que se les exige desde el Gobierno provincial. Entre ello, no cabe duda que está muy fresco en la memoria la compra forzosa de adoquines de la empresa del excoordinador político del Gobierno saencista y actual diputado nacional, Pablo Outes.
En cualquier caso, hay un clima extraño en el seno de los intendentes, una diferenciación a trazo grueso ubicaría entre los cercanos a los jefes comunales de los municipios de Apolinario Saravia, Campo Quijano, Chicoana, Colonia Santa Rosa, El Carril, El Galpón, El Quebrachal, Embarcación, General Güemes, General Mosconi, Las Lajitas, Pichanal, Salvador Mazza, Rosario de la Frontera, Rosario de Lerma, Salta, Metán, San Ramón de la Nueva Orán y Tartagal.
En las localidades citadas se elegirá convencionales municipales para sancionar o reformar cartas orgánicas y los intendentes fueron convocados a postularse para involucrarse en la campaña.
Otro lote de intendentes, aparece como distante y entre ellos ya se puede contar al propio Daniel Moreno de Vaqueros y a su vecino de La Caldera, Diego Sumbay, a quien le habrían reprochado una reunión con Romero en octubre y una nota al Procurador en diciembre, en la que pidió acciones concretas para la búsqueda de Jessica Gutiérrez.
Romero apuesta a reagrupar intendentes a la espera de que en Nación finalmente se abra el grifo de la obra pública y valiéndose de su cercanía estrecha con la Casa Rosada, poder habilitar financiamiento.
De paso, el senador se asegura respaldo y estructura de cara a su campaña reeleccionista de octubre, donde buscará un nuevo mandato como senador nacional.
Más allá de que Romero deba sortear el escollo de los libertarios salteños (olmedistas y saencistas), que ya tienen listo el estigma de político de casta y eterno senador, su apuesta es que suspendidas las PASO, sea candidato oficialista por designio directo de los hermanos Milei.
Pensando en mayo, para muchos, la familia Romero tenía un solo objetivo en los comicios provinciales: retener la banca de Juan Esteban en Capital. Al parecer, como grupo que conoce y siempre aspira a sumar poder, podría haber una apuesta más amplia.
En este marco, no se puede perder de vista que durante 2024 los escarceos entre romerismo y saencismo fueron virulentos y se pusieron de manifiesto cuando El Tribuno saltó el cerco mediático saencista cuando tuvo lugar el juicio por el asesinato del operador oficialista, Darío Monges.