A pocos meses del escándalo por emitir cheques sin fondos, recae una grave acusación contra Omar Exeni, el diputado provincial y comerciante de fiambres. Además, de ser denunciado por incumplir las leyes laborales es señalado por meter la mano en el bolsillo de sus empleados para sacarle el subsidio que otorga la Nación para amortiguar los efectos de la pandemia.
A sus 29 años, las peripecias de Omar Exeni sirven de pretexto para desmitificar una teoría: la del emprendedor esforzado, que empezó vendiendo panchos, creció gracias a su ahínco para el trabajo y llegó a la política para ayudar a la gente.
Exeni tiene la desmesura (o la falta de vergüenza) que todo individualista debe tener. Económicamente cuida lo suyo, hasta el último centavo, sin acaso sensibilizarse por los que están a su lado y no tienen nada. Paga en blanco solo a algunos empleados y hace su diferencia regateando. Maltrata a otros y si no le gusta algo despide sin causa ni motivo. Nunca se ajusta a los convenios regidos legalmente; por lo menos no con los díscolos de su universo de leyes unilaterales.
Jamás se afilió a un partido ni se interesó por ideas políticas. Sin embargo, intentó bañarse en un aire de redención diciendo que expresaba la nueva política. Una nueva forma superficial, basada en asistencialismo y sinónimo de los prejuicios más oscuros que anidan en la sociedad tales como la mano dura y el punitivismo. Ante la falta de programa, se las ingenió para explotar ligeramente el lado más salvaje del inconsciente colectivo. No inocentemente armó el inocuo sello Todos por Salta con “Nacho” Jarsún, la chica-fitnes Cande Correa y la mediática Mónica Juárez. Justamente esa asociación demostró lo aventajadas de sus ansias por trepar.
Se hablaba mucho sobre sus desbordes en el maltrato laboral y sobre sus cualidades en la “cultura del negreo”, sin embargo quitarle a un empleado el depósito del programa de ayuda ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) desnudó que su voracidad no alcanza límites. Es que embaucar y sacar una diferencia en el marco de una crítica situación a un trabajador -que en pocos meses será padre- resulta violentamente condenable.
Se trata de una actitud digna de un exponente de una sociedad miserable donde los “garcas” tienen facilidades y los humildes su irreparable abnegación por la humillación, antes de soportar la desdicha de andar desocupado y sin un peso en el bolsillo.
Fue Exequiel Rodríguez quien dejó de lados los miedos y se atrevió a “pararle la chata” a Exeni. El joven empezó a trabajar en la fiambrería en negro hace 5 años atrás. Recién fue efectivizado en septiembre del 2019 pero le pagaban como si trabajaba media jornada cuando estaba más de 8 horas.
Lo que llevo a su despido fue el hecho de que se negó a entregar el ATP. Tras esto, el 18 de septiembre de este año, una carta documento llegó a su domicilio informándole que ya no tenía que ir a trabajar. No solo eso: lo acusaban de robo y falta de respeto.
La carta de despido, firmada por el diputado-empresario denunciado por estafar con cheques sin fondos por más de $5 millones, señalaba “la falta de rendición” de un monto de 430 pesos a una cobranza efectuada en un conocido café de calle España, que a la sombra funciona como mesa de dinero. Todo esto sin prueba alguna.
En una reunión posterior, sin discreción ni metáforas, Omar Exeni, demostrando sus aires de patrón de estancia, extorsionó al empleado diciéndole que lo único que tenía para ofrecer era una suma mucho menor: $150 mil en 5 pagos. “Arreglemos sino vamos a ir a juicio 5 o 6 años”, indica en un audio que llegó a nuestra redacción.
“A todos los empleados obligan a entregar el ATP. Cuando la plata de Nación estaba depositada la encargada te llamaba y te decía que retires y que se la entregues. Vos se la tenías que dar si no se enojaba y te puteaba; todos pensábamos que íbamos a cobrar esa plata a modo de pago de lo que paso cuando estaba la cuarentena y no nos pagaron”, declaró a Opinorte Exequiel Rodríguez.
El abuso solo comparable con lo que ocurría en la primera mitad del siglo XX agota rápidamente cualquier ilusión con el imberbe legislador representante de la “nueva política”. Tengase en cuenta que en la última elección algo representaban estas nuevas caras.
No obstante, se trató para una gran porción de la ciudadanía, de solo un espejismo del típico oportunismo pueril.
M.A.