El secretario de Seguridad de la Provincia, Benjamín Cruz, habló sobre lo ocurrido el pasado viernes 11 en el estadio Martearena, donde debía jugarse el partido entre Gimnasia y Tiro y Central Norte, pero se suspendió por violentos incidentes entre facciones de la parcialidad de los segundos.
Indicó que la cantidad de efectivos adicionales era la necesaria pero lo que falló fue “una descoordinación y un desconocimiento por parte de las facciones internas de la hinchada de Central Norte”, y que desde Seguridad venían “trabajando muy bien con ellos”.
“Veníamos trabajando muy bien con ellos, sabemos que hay diferencias entre las mismas hinchadas, por cantidad de personas, pero por parte nuestra no hubo descoordinación, la policía de la Provincia está preparada para estas eventualidades”, dijo Cruz.
Luego de esa explicación, el funcionario realizó un llamativo anticipo: “Vamos a seguir citando y trabajando con los líderes de las distintas facciones o hinchadas de los clubes, como así también con las comisiones directivas a los fines de que la distribución de las entradas no sean masivas sino ver a quiénes les entregamos las entradas”.
En palabras de Cruz, la legitimación hacia los sujetos que conforman grupos violentos, se seguirá consumando.
Trabajar con líderes de facciones internas de una hinchada es reconocer que su sola existencia como facción es ajena al de un espectador que tiene una simpatía o siente alguna pertenencia a un determinado equipo o club. ¿Cómo se puede legitimar a líderes de estas asociaciones ilícitas que no pueden explicar racionalmente qué es lo que los diferencia de otros “hinchas” del mismo club?
Por otra parte, Cruz habla de la entrega de entradas, van a trabajar con los líderes de grupos violentos para ver cómo se les entrega las entradas (!!!)
Cabe preguntarse si las entradas ¿se entregan o se venden en una boletería? Y más aún, la policía debe “trabajar” con las facciones violentas o preservar la seguridad del espectador que hace fila, compra un boleto, ingresa al estadio y ni siquiera puede disfrutar de 90 minutos de juego de uno de los deportes más populares del mundo porque a un grupo de violentos legitimados, se les ocurrió dirimir sus diferencias -posiblemente económicas- en la tribuna.
Lamentable.