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jueves, marzo 28, 2024

La increíble historia de las mujeres que no duermen para juntar un poco de agua

En villa Floresta, unas 150 familias se ven afectadas por la falta de suministro de agua.

Mientras tanto sobreviven con conexiones clandestinas, entre calles empinadas sin cloacas y sin veredas.

Como si fuera un cuento de ciencia ficción o un relato con elementos de realismo mágico, esta historia resulta increíble. En la zona este de la ciudad de Salta hay un grupo de mujeres que pasa la noche en vela a la espera de unas gotas de agua para satisfacer una necesidad básica de la que aún están lejos.

Mientras muchos están acostumbrados a abrir un caño y que de ahí salgo un chorro de agua, esta gente se desespera por poder juntar unas gotas que deben cuidar con recelo ya que para ellos el líquido elemental es un bien escaso. Esto forma parte de la cotidianeidad de los vecinos de villa Floresta norte, que padecen la exclusión de la exclusión. Este año la Municipalidad de Sala había anunciado una inversión de más de $100 millones en obras para este barrio, pero un grupo de vecinas afirma que hay unas cuadras que no entraron en ninguna planificación.

“No nos incluyeron en ninguna de las planificaciones que se realizaron para Floresta” comenta a LA GACETA Helga González, quien vive hace más de diez años en el barrio.

En total son unas 150 familias afectadas por esta situación; en su mayoría son mujeres y niños, como el caso de Liliana Prada que vive con sus cuatro hijos.

“Acá cuando llueve van los chicos embarrados a la escuela”, afirma Prada.

La falta de regularización de sus terrenos complica aún más la situación de estos vecinos, que no pueden acceder a ninguno de los servicios básicos por esa misma razón. Por eso Elda aclara que “nosotros compramos los terrenos, no somos un asentamiento, queremos pagar por los servicios que pedimos”.

En vigilia por el agua

Lo increíble de la situación de los vecinos es que se ven obligados a cambiar horas de sueño por un poco de agua. “Juntamos agua a las 3 de la madrugada, la gente se queda despierta”, asegura Natalia Cruz, y además agrega que la espera, dependiendo el día, puede llegar hasta las 4 o 5 de la madrugada.

Es que las conexiones clandestinas que tienen llegan hasta ese lugar casi sin presión y con suerte pueden conseguir algo de agua a altas horas de la noche.

Esta información fue confirmada desde Aguas del Norte, que informó a este medio que “en la zona estamos abasteciendo a través del sistema mediante turnos nocturnos, a pesar de que los frentistas no posean redes reglamentarias”.

En invierno, es mucho más duro quedarse en vigilia al lado de un caño de agua. “Imagínate lo que es esto en pleno invierno”, dice Helga.

“La gente no duerme por juntar un poco de agua”

En algunos pocos casos, unos cuantos vecinos decidieron cavar pozos y colocar sus propias bombas de agua de manera clandestina y precaria; para el resto de las familias hay dos mangueras y conexiones de cañerías, también precarias.

Sobre este tema desde la empresa proveedora del servicio dijeron que “la zona tiene conexiones precarias. Por este motivo estamos en contacto con los vecinos a través de nuestro programa BarrioxBarrio así como en reuniones con autoridades. En esas oportunidades los vecinos nos trasladan sus consultas y reclamos que atendemos”.

Mientras tanto otros se las arreglan pidiendo agua en barrios vecinos y cargando en bidones y botellas reservas para poder sobrevivir al día. Este es el caso de Jimena Quispe, que baja el cerro empinado cada tanto para buscar un poco de agua. “Es incómodo”, expresa la mujer, pero no le quedan muchas opciones.

La promesa cumplida a medias

Hace unos dos meses, un grupo de mujeres del barrio llevaron su reclamo a la plaza 9 de Julio para intentar ser escuchadas y al parecer esta medida extrema fue eficaz. Luego de la protesta y de que llevaran su reclamo a la sede del gobierno provincial en Grand Bourg, obtuvieron la promesa de que las autoridades resolverían su situación.

Así fue que, según el testimonio de las vecinas, desde Aguas del Norte se comprometieron a llevar un camión cisterna al menos tres veces a la semana al barrio.

“Ayer vino el aguatero, tiene que venir día por medio y hace más de una semana que no venía”, afirma indignada Benicia García.

Sobre este punto, desde Aguas del Norte dijeron que “para los vecinos de Floresta norte nos comprometimos a enviar camión una vez por semana, y es lo que estamos cumpliendo los martes o miércoles”. Además agregaron que “así también atendemos los casos de familias con necesidades especiales”.

Por su parte, Jimena cuenta que “la otra vez llegó el agua sucia y con gusanos, con esas larvas que le llaman”.

Al respecto, la empresa informó que “en cuanto a la calidad del agua hacemos los controles en fuente y camiones, al igual que en las diferentes fuentes de abastecimiento con los mismos parámetros”. Y también dijeron que en algunas ocasiones, cuando el agua llega limpia al lugar, se contamina en los recipientes en que los vecinos la recolectan.

“Nos dan las sobras que llegan de otros barrios, y si no sobra nada no llega el camión”

El problema del agua es tan grave que hasta la alimentación de las familias se ve afectada. “Ya ni siquiera podemos comer verduras porque no tenemos con qué lavarlas”, apunta una vecina.

Si bien las obras que se están realizando en otras partes de Floresta no benefician de forma directa a este grupo de vecinos, desde Aguas del Norte afirmaron que si los beneficiará de manera indirecta.

“La obra que se está ejecutando para Floresta llevará una mejora en el abastecimiento. Dicha obra tiene un plazo de finalización hacia fin de este año”, dijeron.

Las otras deudas del Estado

La falta de agua no es el único problema que tiene los vecinos de las calles La Banca, Joaquín Corbalán y el Pasaje Orce. Esta gente tampoco tiene red de luz, ni de cloacas, ni siquiera tienen veredas en las calles, que están llenas de pozos y se convierten en ríos cuando llueve.

“Queremos que aunque sea pase una máquina por acá”

El pasaje Orce es una de las calles más perjudicadas ya que se encuentra bajo a una calle empinada, que en días de mucha lluvia transporta grandes cantidades de agua que van a parar dentro de las casas. “En Tierra y Hábitat nos dicen que no pueden hacer nada porque no tenemos el título de propiedad”, cuenta Helga. “La gente ya está cansada, indignada”, agrega otra vecina.

La época de lluvias genera aún más inconvenientes ya que las calles empinadas del barrio se convierten en ríos de barro y esto dificulta el paso de los ancianos y niños principalmente. No tienen que esperar mucho tampoco hasta que rebalsan los pozos ciegos de las casas, que sustituyen las cloacas.

Como si esto fuera poco, ni siquiera hay un colectivo que llegue hasta el barrio, por lo que obligadamente tienen que bajar hasta barrio Constitución para hacer uso del transporte público de pasajeros.

Según comentan las vecinas, la semana pasada los visitó Pedro Butazzoni, titular del Área Metropolitana, y les prometió volver con una solución para el barrio “pero no apareció y ni siquiera contesta los mensajes que le mandamos”, afirman las mujeres del barrio.

Mujeres en lucha

Las que hace más de dos meses se pusieron al frente de los reclamos fueron las mujeres. Un grupo de 50 de ellas hicieron manifestaciones y encaran los reclamos en los organismos públicas. Helga las definió como “mujeres trabajadoras”. Varias de ellas venden comida o trabajan en casas de familia y no piensan darse por vencidas en sus luchas por una vida mejor.

“Vamos a cortar un puente si es necesario”, afirma una de ellas.

 

 

Fuente: LA GACETA SALTA

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