En el desprestigio es donde se encuentran el Poder Judicial y quienes componen el sistema político.
Juan Manuel Chalabe. Que Pasa Salta
El dato de un estudio realizado por la consultora CEOP (Centro de Estudios de Opinión Pública) es tan alarmante como objetivo de la realidad: nueve de cada diez argentinos no confían en la Justicia. Peor aún, la suerte del Poder Judicial parece estar atada a la de la política cada vez más sumida en una crisis sin precedentes. En los últimos días, declaraciones y sucesos en Salta dan cuenta de lo expuesto.
El fiscal Alejandro Saravia apeló ante la Corte de Salta el fallo que otorgó el sobreseimiento del múltiple veces intendente y denunciado por corrupción en Rosario de Lerma Sergio Topo Ramos, hoy precandidato a senador provincial por el oficialismo. Saravia se despachó con todo contra sus colegas salteños y dijo que hay temor para investigar a los políticos. No dijo nada nuevo si tenemos en cuenta cuantos funcionarios hay presos por irregularidades o corrupción.
Dos elementos para analizar se desprenden de este hecho. El primero, la naturalización de que hay una justicia para ricos y poderosos y otra para pobres, que configura la decadencia de la justicia local, que la justicia está por el poder político y económico. Sin importar los gobiernos de turno, ninguno ayudó a la independencia de la Justicia. Y el otro elemento es que la vieja política continúa más vigente que nunca.
En uno de los mayores casos de corrupción que se recuerden Ramos forma parte de la banda de ex jefes comunales imputado en la causa denominada “los intendentes”. Se los denuncia por fraude a la administración pública, malversación de caudales públicos, peculado y demora injustificada de pago e incumplimiento a los deberes de funcionario público. Las denuncias datan de 1997. Todos libres, inclusive hoy el Topo quiere ocupar una banca en el Senado por el oficialismo y con serias posibilidades.
Que haya nuevas caras en la política no implica nuevas prácticas, mucho menos mejores. Esta semana, los dos anti ejemplos vienen del radicalismo.
El titular de la UCR y diputado nacional Miguel Nanni fue protagonista de la portada del diario Clarín pero no por nada bueno. Formó parte del podio de la vergüenza al ausentarse llamativamente en 27 votaciones en el Congreso Nacional. Sin ponerse colorado atacó al medio más importante del país y a quiénes habían replicado el ranking. “Clarín miente”, tiró. La frase confundió a propios y extraños quienes dudaron de su afiliación al partido centenario. Dijo que tiene asistencia perfecta pero no explicó sus faltazos a las votaciones. Nanni es joven y nuevo en la política. Pero sus prácticas de autoritarismo en el partido que conduce y su accionar como legislador al menos no oxigenan el desprestigio que atraviesa la política.
Otro que dio la nota también llegó a la política de la mano del cafayateño y es Héctor Chibán. Funcionario nacional con cargo en la cartera de Trabajo, denunció (mediáticamente) que hay funcionarios involucrados en homicidios. Pero que los va a denunciar si se convierte en legislador. Por los fueros. Entre lo marketinero y lo irresponsable de la declaración nadie en la Justicia agarró el guante y citó a Chibán para conocer en detalle lo que el precandidato a diputado provincial sabe.
Lo viejo y lo nuevo en ejemplos. El rechazo al elitismo político y la justicia cada vez es más fuerte con frases como “son todos iguales”, “están lejos de la gente” o “les importa la guita y el poder”. Estas expresiones de rechazo, con un importante componente ético, descalifica a los políticos de manera personal y, por extensión, a la política en general.