El lanzamiento oficial de Sáenz para la gobernación despertó todo tipo de especulaciones. El justicialismo y el kirchnerismo se pusieron en guardia y ya se habla de sacrificar algunos nombres dentro de la enorme cantidad de candidatos oficialistas, en pos de una alternativa unificada medianamente competitiva ¿David es la próxima víctima?
Las elecciones de 2017 dejaron una herida en el oficialismo que no cierra e incluso se hace más grande. La sensación –bastante certera por cierto- de que el rechazo de los salteños creció desde ese entonces atormenta al Grand Bourg.
Apenas iniciado el 2019, el primero en bajarse de la gobernación, por la presión de los barrios sin agua que se acuerdan de él sistemáticamente, fue Lucio Paz Posse. El alfil de Urtubey no superó la prueba del verano y su figura pública empieza a apagarse.
En medio de la parálisis y los titubeos, Miguel Isa, un hombre curtido, de gran experiencia y sobre todo –digámoslo- con la cara de piedra, ni dudó en tomar la posta de Urtubey y picar en punta. Montó alguna de sus clásicas visitas barriales –“el Estado en tu barrio”- y el resto lo siguió. Aseguró que “merece una oportunidad” como gobernador, pero en las redes la población se encargó de hacerle notar que ya tiene 40 años de política encima y sólo trajo problemas.
Ante el vacío, el dúo que lleva adelante los destinos de Salta, Yarade-Estrada, olfateó la oportunidad y se fijó un plan de acción: entre el planeamiento de un parque nuevo, las reuniones con distintos actores sociales y uno que otro condimento, van ganando presencia desde el aparato de Estado, abandonado por Urtubey.
Así, algunos operadores dijeron que la gobernación se define entre Yarade y Sáenz, pero muchos todavía no están convencidos. El jefe de gabinete tiene el apoyo de Urtubey, pero la autoridad del gobernador ausente se tambalea día a día y la intención de apuntalarla con la campaña presidencial parece haber estropeado la situación: ahora tenemos un peronismo díscolo y partido, que en su mayoría quiere un frente con el kirchnerismo vía Leavy. Si Yarade sigue con la línea urtubeysista de la tercera posición puede correr la suerte de su solitario jefe.
El primer oficialista en ver este problema fue justamente Javier David, que votó en contra de algunas leyes de Macri y se alineó con el kirchnerismo. Los que quedaron junto al gobernador ahora se replantean la situación y quieren lo mismo. Los llamados de Godoy e Isa a Tartagal son constantes, pero todos exigen un rol protagónico. Teniendo en cuenta que David es una especie de Filmus salteño, acumulando muchas derrotas en su historial, propios y extraños le están pidiendo que se baje para cerrar una fórmula PJ-PV más competitiva.
David se muestra como una renovación, pero desde el año 2000 está en la función pública, como Secretario de la Gobernación, en Hacienda, Obras Públicas, en el gabinete de Macri en la ciudad de Buenos Aires y luego como diputado provincial. David fue romerista cuando el urtubeysismo estaba en auge y urtubeysisita en la etapa de decadencia. No ha tenido un buen timming para los frentes políticos y la población lo ve como un carrerista, carente de ideas y con mediocre desempeño electoral.
Sin dudas, si el peronismo todavía tiene intenciones de competir contra Sáenz y tener alguna chance o por lo menos no ser barrido, tendrá que dejar bien claro que no hay muchos caballos para tantos caciques. O quizás no haya nada que hacerle y el personalismo y el egoísmo sean los sellos indelebles de este armado urtubeysista hasta el final. Veremos.