Económica, disponible y fácil de ejecutar, la técnica se impone como una opción simple para resolver un problema en crecimiento.
Casas de la tierra, fabricadas con materiales de acceso libre o con el mínimo costo posible, concebidas a partir de la sustentabilidad como norte y en tecnologías de baja complejidad. La construcción natural gana terreno como respuesta a la crisis habitacional, aunque todavía le quedan conquistas legales para terminar de instalarse como opción.
Según el IPV, hay más de 12.000 familias que se anotaron en Salta para el próximo sorteo de casas del Instituto Provincial de la Vivienda, que será antes de fin de año. A partir de 2018, las condiciones que impuso el gobierno nacional establece que este tipo de planes será sólo para familias con ingresos menores a dos sueldos básicos. El resto podrá acceder a viviendas a través de líneas de crédito de Procrear, y los que queden afuera de todas esas condiciones no tendrán otra que explorar opciones alternativas para conseguir la casa propia.
Entre ellas, las casas de construcción natural avanzan posiciones entre las favoritas. Las redes de constructores y especialistas se tejen en todo el territorio y se adaptan a las características de cada territorio para ejecutar nuevas obras, con nuevas formas, para comunidades también diferentes.
“La arquitectura social entendió que lo urbano debe planificarse, que los módulos habitacionales deben resolverse sin repetir una célula de manera indiscriminada”, explica el arquitecto Hernán Beffa.
“La posibilidad de acceder a la vivienda propia es casi imposible para la clase media y baja, salvo que sea a través de planes del gobierno. Lo que planteamos nosotros es la posibilidad de construir un hogar digno para personas con escasos o medios recursos en zonas periféricas de Salta, de manera rápida y de bajo costo”, cuenta Jerónimo Belmont Blasco, constructor natural y organizador del Encuentro de Constructores con Tierra del NOA, que será el próximo sábado 7 y domingo 8 en el Museo Molino de Piedra de Vaqueros.
El bajo impacto ambiental se suma a las ventajas de la construcción con tierra, que aprovecha del entorno el material disponible. “En el 90% de los lugares donde habita el ser humano hay tierra apta para construir”, agrega y explica que en algunos casos es necesario mejorarla con aditivos como arena o grava pequeña, pero que no implican mayores costos ni son complicados de conseguir.
CASA QUIEREN
La arquitectura social es otra de las variantes de la planificación urbana que aporta herramientas para la construcción de las nuevas ciudades. En los sectores más vulnerables es donde se encuentran los principales destinatarios de sus proyectos. “La arquitectura social entendió que lo urbano debe planificarse, que los módulos habitacionales deben resolverse sin repetir una célula de manera indiscriminada”, explica el arquitecto Hernán Beffa.
Un ejemplo de mala planificación es la densificación excesiva de los territorios, donde no se prevé que las comunidades crecen y las nuevas generaciones tienden a querer ampliar las viviendas, por lo que debe considerarse no solamente el espacio físico sino también el acceso a los servicios.
Juliana Nieva del Castillo, también arquitecta y miembro del grupo Puente de la Universidad Nacional de Tucumán, explica que la arquitectura comunitaria, en todas sus variantes, aparece como una respuesta al déficit y la desigualdad que propician las grandes urbes. “Trabajamos con la tierra como solución alternativa sustentable”, dice y subraya la posibilidad de la autoconstrucción como una de las grandes ventajas del sistema.
“Cualquier persona, con los conocimientos básicos, puede hacer su casa con asesoramiento profesional adecuado”, agrega. El suelo cemento, la paja encofrada, los adobes o la quincha son algunas de las alternativas que presenta esta manera constructiva y, además, se puede complementar con el reciclado.
Respecto a la aplicación de las construcciones naturales, Beffa advierte que al no estar normalizada ni tener regulaciones específicas, las empresas constructoras no las emplean y por lo tanto estas técnicas quedan afuera de los planes de urbanización social. “Las empresas constructoras van a lo seguro y económico y por eso emplean materiales industrializados. Lo que sí se está haciendo es introducir la energía solar, que aporta a la construcción autosustentable”, agrega.
Los prejuicios sobre las técnicas es la otra fuerza que se resiste al cambio y Juliana explica que muchas personas están acostumbradas al cemento y el bloque y les cuesta aceptar el barro como opción. “Hay poco conocimiento de estas tecnologías y por eso es muy difícil implementarlas”, cuenta, pero apuesta a los espacios de difusión y las mingas -convocatorias de trabajo colectivo de construcción en barro- como momentos de aprendizaje.
CIUDADES EN CRECIMIENTO Y DETERIORO
Mientras las urbanizaciones se desplazan hacia las periferias metropolitanas, el crecimiento demográfico avanza en la presión social para la definición de políticas que contemplen la demanda habitacional. Claudio Del Pla, diputado provincial por el Partido Obrero, señala que en Salta el déficit es “muy grande” y la construcción y adjudicación de viviendas va muy por detrás de las necesidades del crecimiento poblacional.
“Tenemos una oferta muy limitada de terrenos y los planes de urbanización están muy demorados”, cuenta a LA GACETA y agrega que también la disposición de materiales y recursos humanos es insuficiente. “Desde el oficialismo se promueve la revolución del derecho propietario cuando el gobierno no pone los recursos para urbanizar. Es una decisión política el no enfrentar la especulación inmobiliaria”, agrega.
El deterioro de las viviendas es el otro aspecto de la precarización habitacional, con casas sobrepobladas o que necesitan refacciones y acondicionamiento urgente. Desde el Isepci, Federico Maigua coordina un nuevo servicio gratuito de asesoramiento técnico en arquitectura social, que por ahora funciona en los barrios Primera Junta y 15 de Septiembre. “Es necesiario mejorar el habitat social y de ahí surge el acompañamiento de entidades e instituciones para las familias que necesitan trabajo profesional”, cuenta y agrega que los consultorios funcionan mediante relevamientos de viviendas y a partir de los requerimientos de los vecinos.
Estudiantes de arquitectura y profesionales participan del asesoramiento para resolver patologías constructivas urgentes y planeamiento de mejoras o ampliaciones. “Hay casas de dos ambientes donde viven 12 personas y necesitan ampliaciones y modificaciones para poder resolver el hacinamiento”, cuenta.
Fuente: La Gaceta Salta