Los últimos meses resonó mucho el rumor de que la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, despegaría las elecciones ejecutivas provinciales de las nacionales. El motivo: no tener que ir en la misma boleta que un desgastado presidente Macri. Pero finalmente desistió en la maniobra.
Macri y Marcos Peña hoy dormirán tranquilos. El adelantamiento electoral de Vidal prometía algunos difusos beneficios para la gobernadora pero un gran perjuicio para Macri. La idea había sido de Federico Salvai, jefe de ministros de la provincia, quien ha tenido una pésima relación con el presidente y que es uno (según se comenta en los círculo Pro) que discute entre las sombras pasar a una etapa post Macri con Vidal a la cabeza. La idea era despegarla de la elección presidencial no sólo por cuestión de votos sino para ubicarla a la cabeza de una alternativa política relativamente nueva.
El problema de todo esto era que el peronismo quedaba con la mesa servida frente a un Macri debilitado en el distrito más importante. Marcos Peña se encargó de convencer a todo el equipo de Vidal, llamando a uno por uno, que no concreten el suicidio: para el vocero presidencial, dejar a Vidal sola con un presidente peronista no era igual a salvar lo mejor de Cambiemos, como creía Salvai, sino abandonarla a un final trágico ante un presidente de un signo opuesto y hostil.
“O nos salvamos todos o no se salva ninguno” fue el slogan que se escuchó en Balcarce 50. Peña movió sus hilos y empezó a circular con fuerza en los medios el dato del costo del adelantamiento con el que especulaba la gobernadora: nada menos que 3000 millones de pesos, que fueron comparados en los portales oficialistas con rutas, escuelas e instrumental hospitalario.
Macri y Peña se salieron con la suya pero todavía falta cerrar acuerdos en Mendoza y Jujuy, donde también gobiernan miembros de su armado. Ir juntos tiene su ventaja pero en estos lugares el voto no pesa tanto como en Buenos Aires. Algunos analistas macristas aconsejan que en esos distritos sí, adelanten. Pretenden evitar que la previa a la contienda presidencia venga presidida por sendos triunfos peronistas en la gobernación a lo largo de la geografía nacional.
Como se ve, lo que le cuesten las elecciones al fisco está en segundo plano y sólo es usado como chicana por el bando opositor. El único cálculo que vale es el político.