El ministro de Energía anunció un incremento promedio del 32% que regirá a partir del 1 de abril, tras las audiencias públicas realizadas a mediados de febrero pasado
El ministro de Energía, Juan José Aranguren, informó este mediodía el incremento que regirá a partir del 1º de abril en la tarifa de gas natural por red, tras las audiencias públicas realizadas a mediados de febrero pasado. Las subas trepan al 40%, con un promedio general del 32%.
“El aumento máximo es del 40%, el mínimo es del 28% y el promedio es del 32%. Los de menor consumo aumentan más que los de mayor consumo porque ya habían visto elevada la tarifa”, resumió Aranguren.
El anuncio se hizo en una conferencia de prensa que el funcionario encabezó en el microcine del Palacio de Hacienda junto al subsecretario de Recursos Hidrocarburíferos, el ingeniero Marcos Pourteau, y al presidente del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), el licenciado Mauricio Ezequiel Roitman.
Los futuros aumentos se sumarán a los vigentes desde el 1º de diciembre, del orden del 45 por ciento en promedio en las facturas del servicio en todo el país, lo que ubicó las tarifas en un promedio de 632 pesos para el consumo residencial, mientras que para los usuarios comerciales el incremento fue de 58 por ciento.
La nueva instancia de revisión de las tarifas que incluye la tercera y última etapa correspondiente a los segmentos de transporte y distribución, luego de los aplicados en abril y diciembre de 2017.
Aranguren comenzó haciendo un racconto de la situación energética previa a la gestión macrista, como suele ocurrir cada vez que anuncia un aumento de tarifas.
“Entre 2003 y 2015 se estuvo subsidiando a un sistema en forma irresponsable, porque nos hizo pasar de un escenario donde teníamos energía, en este caso gas natural, abundante, exportable y barato a otro sistema en el cual pasamos a ser dependientes de importaciones, escaso y también caro”, dijo el ministro.
Luego agregó que “un poco más del 2% del PBI se destinó a subsidios para mantener los precios de la energía artificialmente bajo. Cuando algo tiene un precio bajo intentamos consumir más, al mismo tiempo, ante la escasez de oferta, porque esas señales de precios bajos no incentivaban la inversión, nos exponía a tener que importar en momentos donde el precio del gas adquirió valores que duplicaban y triplicaban los que tenemos hoy en día.”