Adriana López tomó la decisión luego de que la corrieran de su casa y no encontrara un lugar donde parar.
La historia de Adriana López está atravesada por el andar de una lucha constante por encontrar un lugar para sus hijos. Hace unos días se fue de la casa de su padre porque la echó de su propio hogar con sus cuatros nenes.
“Yo estaba en la casa de mi papá pero tuve muchos problemas con él y entonces me corrió”, dijo Adriana a LA GACETA. “La casa es muy chica y además conviven varios hermanos con sus familias. Mis hijos por ejemplo no tienen que gritar, prácticamente los tenía que tener encerrados en la pieza”, expresó la mujer.
Pero el éxodo de Adriana comenzó en Tierra y Hábitat cuando le sugirieron que busque una vivienda deshabitada para que la ocupe y luego pueda denunciarla. Así fue que encontró una casa medio a construir en la ampliación de Parque La Vega cuando vendía juguitos congelados los sábados en una cancha que está al frente.
Allí se instaló el viernes de la semana pasada con Cielo (8), Adriana (4), Dulce (3) y Jairo (2). Colocó un techo improvisado y prendió fuego para cocinar a sus hijos. Pero la convivencia le duró muy poco porque el domingo la policía la desalojó.
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En ese momento le quitaron una cama somier, tres colchones, una mesa y una garrafa. También la amenazaron con mandar a sus hijos a una casa cuna si no se retiraba definitivamente. Sin embargo Adriana pudo recuperar sus cosas a tiempo antes de la hora estipulada que le dio la policía.
Esa misma noche en la plaza, Adriana y su hermana Dalma acondicionaron un lugar para que los chicos puedan pasar la noche. Intentaron prender fuego para cocinar pero la policía los corrió definitivamente.
La solidaridad de la familia
A pesar de haber sido echada por su padre, su hermana Dalma la recibió en su casa luego del desalojo. “Mientras yo pueda ayudarla todo bien, pero me da mucha pena verlos así”, expresó Dalma
La hermana vive sobre la calle Rioja al 1132 en una residencia que comparte con varias familias más. La habitación no tiene más de tres metros de largo ni de ancho y allí conviven todos los días siete personas entre dos camas, un ropero, una mesa, una cocina y un lavarropas semiautomático.
Una situación difícil
Adriana, aparte de vender juguitos, también se dedica a vender productos de cartilla entre los vecinos y los maestros de la escuela de sus nenas; pero no le alcanza para alquilar una casa o una pieza. “Soy ama de casa, vendo productos de cartilla y vivo de la asignación, porque el padre de los chicos no me ayuda con nada”, dijo la mujer.
Por otro lado el padre de sus cuatro criaturas no le pasa el dinero para la manutención pero aclara que está haciendo los trámites. “El papa de los chicos no me ayuda en nada, se lavó las manos”, expresó y agrega que no recibe otra ayuda.
La violencia de género también estuvo presente en la vida de Adriana. Mientras vivía en casa de su padre realizó seis denuncias en la comisaría novena contra su pareja; aunque no tuvieron mucha repercusión. “¿Debe ser que no me vieron internada o muerta para hacer algo?”, expresó enojada ante la inacción de las autoridades.
Fuente: LA GACETA SALTA