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lunes, noviembre 17, 2025

El obstinado contador: Charly, el estadista social

Carlos Abeleira se intentó defender ante los cuestionamientos a Primera Infancia pero no pudo evitar dejar en evidencia el amparo con el que cuenta. Recuerdos pocos edulcorados de los servicios brindados a Salta.

Carlos Abeleira alcanzó el punto más alto en 2014, al menos en relación a la cantidad de millones que manejó en toda su vida. Con astucia, logró convencer a Urtubey de que era el hombre que podía dar “respuesta” ante la urgente y desesperante situación de la mortandad infantil, en particular en el norte de Salta. Nadie como él, desde entonces contó con tamaño financiamiento.

Ahora, desde los escombros del derrumbe social, brotan todo tipo de sospechas sobre el destino de las millonarias partidas de Primera Infancia que tuvo bajo su control. Es que tal ministerio, hoy disuelto bajo la órbita de Desarrollo Social, es el paradigma de la pesada herencia (y el despilfarro) urtubeycista. “Durante mucho tiempo en mi trabajo los objetivos fueron tratar de salvar vidas, evitar que sucedan este tipo de cuestiones”, declaró en El Tribuno, Carlos Abeleira, días atrás en un contexto donde no eran pocos los que descalificaban su gestión.

La semana pasada, la ministra Verónica Figueroa, en el marco de la seguidilla de muertes de niñas por desnutrición ante la prensa confirmaba que no tenía la base de datos del tan renombrado ministerio, y con eso dejaba mal parado al ex funcionario U, que pese a que ningún periodista lo encuentra, tuvo que salir a poner la cara y defenderse de las acusaciones que rondan sobre su figura. “Los datos están en poder del Estado, a disponibilidad de cada uno de los funcionarios”, aseguró y contó que se viene reuniendo con Gustavo Sáenz, para tratar el tema. “Los datos que tenemos son de censos, tomas de información, que se hicieron en un determinado momento. Uno estudia esa información y con esa base se determinan acciones”, agregó.

Lo dicho confirma, en parte, lo que varios mencionaban por lo bajo. Que GS estaba al tanto de todo y que la ministra se habría apresurado a mencionar la ausencia de la base de datos. Después de todo, si era cierto que los datos no estaban, mínimamente el procurador Agustín Pérez Alsina tendría que haber dado intervención a la justicia. Nada de eso ocurrió y en los mentideros periodísticos se atreven a señalar que continúan las expectativas de «charly» por presidir la Agencia de Tecnología e Información, área de datos del ex ministerio.

Protegido por la red generosa de contactos U, acobijado (irresponsablemente?) por Sáenz, y con un trato condescendiente por el diario de mayor tirada, con total descaro, se animó a resaltar que recibió “una situación muy compleja, fallecían chicos permanentemente. Hicimos un trabajo fuerte y la mortalidad infantil bajó en Salta”. También desmintió andar vendiendo el popular “Proyecto Horus”, un producto de alta tecnología para hacer un seguimiento de la pobreza, tal como lo denunció un periodista, familiar directo de un hombre que tiene luz verde en la entrada al despacho de gobernación.

Antes de que tomara estado publico que Abeleira habría ofrecido en el mundo servicios que en Salta no dieron resultados, entre la gente decente y los más informados su apellido tenía fama de ser parte de los socialmente ilustrados vendedores de encuestas. Los orígenes de su historia se remonta al Grupo Esparta, un grupo (conformado por Parodi- Gomeza-los hermanos del ministro, entre otros) que principalmente vendían la gestión y recopilación de datos.

Los muchachos manejaban estadísticas y su poder, básicamente, era la descaradez para con los datos que conseguían en el estado municipal venderle una “solución” a los problemas del propio estado. En rigor, hicieron sus primeras ventas en la gestión de Miguel Isa, quien, según comentan, se habría comido varios buzones del Esparta Gruoup. De buen compañero que es, años atrás, el indio Godoy le señalaba a Miguel en la mesa de M E P, que se había dejado influenciar demasiado por estos muchachos.

Nadie mejor por estas tierras para “articular” que el contador, especialista en cuestiones humanitarias. Eso nadie lo niega como tampoco su conocimiento para armar bases de datos (bendito insumo en la práctica política) y su capacidad para dilapidar recursos. Tal vez alguna relación tenga esto con las miradas que apuntan hacia la transferencia de recursos del ministerio a varias fundaciones ( y Conin de Albino es solo una de ellas) y ONGs, que, por lo menos hasta ahora no rindieron cuentas sobre lo que hicieron con esos recursos del Estado.

Aunque haya sido el ministro de una provincia que encabeza el triste ranking de las regiones con más mortalidad infantil, hoy aguanta en la escena política, al parecer con oxigeno de alguien de más arriba. Todo una muestra de grosería que permite la impunidad, venerada por los falsos salvadores de los males salteños.

 

 

Anibal Roldan

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